Un estudio realizado por un grupo de investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid ha encontrado que los niños de alrededor de dos años utilizan de manera creciente la elipsis en las frases formuladas. Este dato podría reforzar la teoría de la adquisición del lenguaje como un proceso de aprendizaje complejo, y no por determinación genética
El trabajo indaga en el proceso de adquisición del lenguaje a edades muy tempranas. ¿Se trata de un conocimiento innato, que se encuentra ya en nuestros genes o, por el contrario, aprendemos en base a nuestra experiencia, las conversaciones que escuchamos o aquellas en las que participamos? Para contestar a estas preguntas, investigadores de todo el mundo analizan los balbuceos de los más pequeños, sonido a sonido, palabra a palabra, frase a frase, y su evolución hasta conformar un lenguaje articulado, desarrollado y claro: es decir, un lenguaje adulto.
En este caso, el objetivo del trabajo ha sido el análisis de las diferentes estructuras sintácticas utilizadas por una niña española de entre veinte y veinticinco meses de edad. Para llevarlo a cabo, los investigadores propusieron una serie de categorías que se dispusieron analizar: conjuntos de palabras sueltas, que denominaron “no-oraciones”; oraciones correctas en cuanto a su forma y estructura, si bien con errores en su léxico y fonología (“proto-oraciones”); e incluso algunas oraciones correctas al cien por cien. Sin embargo, el resultado más llamativo fue el hallazgo del uso creciente de oraciones elípticas –es decir, aquellas en las que se omite una parte de la oración sin que ésta pierda su significado- tanto correctas como con un solo error a nivel morfosintáctico.
Según explica Fátima Gómez Martínez-Piñeiro, investigadora principal de este trabajo que forma parte de su tesis doctoral, aún en elaboración, su hipótesis supone que la utilización de la elipsis no implicaría que la niña conozca ya las reglas que rigen el uso de esta construcción en español, sino más bien que “nos encontramos ante un proceso de aprendizaje ‘local’ de la construcción sintáctica”, es decir, que sólo se habría aprendido a utilizar una frase concreta en un contexto determinado. Así, el niño iría adquiriendo el lenguaje como una suma de oraciones que aplicaría a situaciones determinadas, y que poco a poco aprendería a generalizar y a ampliar.
Aprendizaje, y no determinación genética
La directora de este trabajo, Susana López Ornat, explica que resultados como éste apoyan la teoría de que “el lenguaje gramaticalmente organizado aparece en función de la experiencia lingüística de los niños, y no en función de una determinación genética como la que propugnaba Noam Chomsky. La experiencia moldearía los rasgos del lenguaje que se adquieren, y las determinaciones genéticas no serían específicamente lingüísticas, sino cognitivas, de manera más general”.
La investigación se ha realizado de manera exhaustiva, con once sesiones separadas por una semana entre sí, lo que supone un nivel de detalle muy alto para un estudio como éste. La investigación forma parte del proyecto internacional EMERGRAM (The Emergence of Grammaticality in Children) en el que participan también grupos científicos franceses y estadounidenses. Los datos se han presentado en la reunión de Psicología Evolutiva de la Sociedad Británica de Psicología, en la Universidad de Oxford y próximamente se expondrán en la European Science Foundation.
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