“Vivimos en un mundo muy incierto”. Este ha sido el punto de partida del grupo de investigación de la Universidad de Málaga (UMA), dirigido por Francisco José López Gutiérrez y Pedro Luis Cobos, para desarrollar el proyecto Procesos de inferencia causal en situaciones de incertidumbre. A través de este trabajo, que arrancó en 2005 como Proyecto de Excelencia incentivado con 134.500 euros por la Consejería de Innovación, los investigadores han descubierto que el funcionamiento de la memoria depende del aprendizaje intuitivo de las personas. La memoria está condicionada por los errores y aciertos que cometemos de forma intuitiva ante la realidad que nos rodea.
“Hay que comportarse de manera eficaz en el mundo –explica Francisco J. López- y las distintas situaciones nos ofrecen señales que nosotros interpretamos para comportarnos”. Los psicólogos dicen que la mente adquiere conocimientos de dos maneras. Una intuitiva, espontánea, que funciona por ensayo y error. Y otra, basada en el razonamiento, que requiere el uso del lenguaje y el esfuerzo. “Nosotros trabajamos sobre el primero”, explica López Gutiérrez. “A través de pruebas de laboratorio con voluntarios hemos descubierto que los mecanismos intuitivos de aprendizaje condicionan nuestra manera de pensar y el funcionamiento de nuestra memoria. Las asociaciones intuitivas nos ayudan a fijar conocimientos en la memoria sin que nosotros nos demos cuenta”.
En colaboración con la Universidad de Barcelona, el grupo malagueño quiso comprobar, a través de un registro encefalográfico, si los errores dejan huella en nuestro cerebro, añadiendo así la perspectiva neurocientífica. De este modo, confirmaron que “cuando un individuo comente un error durante una tarea, antes de que él se dé cuenta, su cerebro ya lo ha captado y registrado”, asegura López. “Por eso, la próxima vez estará más preparado para no cometer el error. Así que eso de que tropezamos siempre con la misma piedra no es del todo cierto”.
Aplicaciones al mundo laboral
Con el ánimo de avanzar más en el conocimiento intuitivo del individuo, el grupo de investigación malagueño está aplicando sus descubrimientos al ámbito profesional. “Quisimos saber si los psicólogos clínicos, por ejemplo, se guían por intuiciones en sus diagnósticos, pese a que se les entrena para lo contrario. Y descubrimos que así es”. De hecho, hicieron pruebas de diagnóstico con la anorexia. Para diagnosticar la anorexia se cuenta con una serie de síntomas. De ellos, si se cumple un número mínimo, sean cuales sean, se diagnostica la enfermedad. Sin embargo, hay algunos síntomas como “el miedo a engordar” que se asocian intuitivamente a la anorexia y que hace que el psicólogo diagnostique con más seguridad. “Lo importante de estas aplicaciones es que ellos sabrán que sus intuiciones se cuelan a la hora de hacer un diagnóstico y podrán tenerlo en cuenta”.
El siguiente paso será aplicarlo al pilotaje de aviones (proyecto también calificado como de Excelencia en 2008). “Queremos saber cómo se produce la toma de decisiones de un piloto bajo presión y cuánto influye la intuición: cuando cambian las condiciones meteorológicas o cuando tienen más o menos prisa por llegar, por ejemplo”, comento Francisco J. López. “Lo haremos a través de simuladores de vuelo para que las condiciones del estudio sean lo más naturales posibles”.
El trabajo realizado y el que está desarrollando este grupo malagueño quiere ayudar a conocer más acerca de la manera de percibir el mundo, cuál es la capacidad previa del ser humano para aprender, y cómo estos aprendizajes predisponen a captar la realidad de un modo u otro. Lo que está claro es que, a la luz de los resultados, y como concluyen estos investigadores “es muy difícil que seamos ajenos a nuestras intuiciones. Y ¡ojo!, en muchos casos funcionan correctamente”.