Investigadores de la Universidad de Segovia y de la Universidad de León han demostrado por primera vez la estrecha relación espacio-temporal entre la presencia del buitre leonado y la de ganado ovino trashumante en los puertos de montaña. En los últimos cuatro años la trashumancia se ha reducido en algunos lugares de España hasta un 80%. Los científicos afirman que las prácticas ganaderas tradicionales son cruciales para el mantenimiento de los ecosistemas de montaña.
La normativa sanitaria europea destinada al control de la Encefalopatía Espogiforme Bovina (EEB) o “ mal de las vacas locas” obliga a retirar del campo todos los cadáveres de ganado, lo que se ha traducido en una importante escasez de comida para las aves carroñeras en España, con diversas consecuencias en su conservación.
“Pero en áreas de montaña con ganadería extensiva, la recogida de cadáveres de ganado resulta impracticable. Este es el caso de la ganadería trashumante durante su estancia en los puertos de verano, una práctica tradicional que se convierte así en un importante recurso trófico para los buitres en un mundo moderno”, explican a SINC los autores Pedro P. Olea, investigador del Instituto de Empresa (IE) de la Universidad de Segovia, y Patricia Mateo-Tomás, investigadora en la Universidad de León. Esta es la conclusión de un estudio que ha publicado recientemente la revista Biological Conservation.
“La comida aportada por la actividad trashumante en la cordillera Cantábrica podría mantener hasta 750 buitres durante los casi seis meses que el ganado trashumante pasta en los puertos de montaña”, señalan los científicos.
Los científicos se centraron en la parte alta de la cadena trófica, y vincularon la trashumancia con la presencia del buitre leonado (Gyps fulvus). “Una relación que no se había analizado en profundidad”, apuntan los autores.
La cordillera Cantábrica, un caso excepcional
En el estudio, que recoge datos desde 1989 hasta la actualidad, e incluye 85 entrevistas a pastores, la conducta del buitre leonado se describe así: “Selecciona dormideros estivales ubicados en puertos usados sobre todo por ganado ovino, y responde con rapidez a los cambios de uso de los puertos por este ganado”. Los biólogos aseguran, sin embargo, que el número de buitres depende más del número de cabezas de bovino, por la gran cantidad de comida que aporta cada vaca muerta.
La presencia de dormideros estivales, en ocasiones a más de 12 km de los núcleos de cría de los buitres, está relacionada “con la presencia de una fuente de alimento predecible, ya que, a pesar de la normativa sanitaria que obliga a recoger las reses muertas en el campo, la orografía de los puertos de montaña hace que más del 90% de los animales muertos quede a disposición de los buitres”, declaran los investigadores.
Según los científicos, la presencia de ganado trashumante en la cordillera Cantábrica incrementa entre 1,5 y 6 veces la comida disponible respecto a lo aportado por el ganado local. “Esta práctica ganadera no sólo constituye un importante recurso trófico para el buitre leonado, sino que también puede serlo para otros carroñeros facultativos como el oso pardo y el lobo”, aseveran Olea y Mateo-Tomás.
Durante siglos la trashumancia fue la base de la economía española a través del mercado de la lana. La cordillera Cantábrica es uno de sus últimos reductos. Hasta el 80% de los puertos tradicionalmente ocupados por el ganado trashumante durante el verano se han dejado de usar. Además, “en los últimos cuatros años el descenso del número de cabezas de ganado ovino llega hasta el 80%”, certifican los biólogos.
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Referencia bibliográfica:
Olea, Pedro P.; Mateo-Tomás, Patricia. “The role of traditional farming practices in ecosystem conservation: The case of transhumance and vultures” Biological Conservation 142(8): 1844-1853, agosto de 2009.
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