Un nuevo estudio publicado en PNAS alerta del elevado porcentaje de macroplásticos en la fauna marina: un 35 % de las aves, un 12 % de los mamíferos y un 47 % de las tortugas analizados habían ingerido estos materiales. Aunque la mortalidad directa es baja, ciertos plásticos resultan especialmente dañinos y afectan a especies de la Lista Roja de la UICN.
El océano, que cubre más de dos tercios del planeta, se ha convertido en un vertedero invisible para la vida marina. Desde los pequeños frailecillos atlánticos hasta las imponentes marsopas, los plásticos que llegan a sus aguas se acumulan en sus estómagos y amenazan su supervivencia.
Un nuevo estudio publicado en PNAS alerta del elevado porcentaje de macroplásticos en la fauna marina: un 35 % de las aves, un 12 % de los mamíferos y un 47 % de las tortugas analizadas habían ingerido estos materiales. Aunque la mortalidad directa es baja, ciertos plásticos resultan especialmente dañinos y afectan a especies incluidas en la Lista Roja de la UICN.
La investigación, liderada por la organización internacional Ocean Conservancy, es el análisis más completo hasta la fecha sobre cómo distintos tipos de residuos —desde bolsas y envoltorios flexibles hasta fragmentos de globos y botellas— pueden causar la muerte de aves, tortugas y mamíferos marinos al quedar atrapados en su sistema digestivo.

Las aves marinas son particularmente vulnerables incluso a pequeñas cantidades de plástico porque tienen tractos digestivos muy estrechos, y los plásticos a menudo se quedan atascados en las uniones

“Las aves marinas son particularmente vulnerables incluso a pequeñas cantidades de plástico porque tienen tractos digestivos muy estrechos, y los plásticos a menudo se quedan atascados en las uniones, bloqueando el paso entre las dos secciones del estómago o entre el estómago y los intestinos. Pequeñas piezas de plástico duro también pueden perforar el tracto digestivo, lo que resulta especialmente peligroso en animales pequeños”, declara a SINC Erin Murphy, autora principal del estudio y gerente de investigación sobre plásticos oceánicos de Ocean Conservancy.
El estudio demuestra que cantidades muy pequeñas de plástico pueden ser letales. Al compararlo con objetos cotidianos, menos de tres terrones de azúcar serían suficientes para frailecillos atlánticos, poco más de dos pelotas de béisbol para tortugas caguamas y alrededor de una pelota de fútbol para marsopas comunes. En el umbral de mortalidad del 50 %, los volúmenes necesarios son aún menores.
Hace tiempo que sabemos que las criaturas oceánicas de todas las formas y tamaños ingieren plásticos; lo que quisimos entender es cuánto es demasiado”, explica Murphy. “La dosis letal varía según la especie, el tamaño del animal, el tipo de plástico que consume y otros factores, pero en general es mucho menor de lo que podrías imaginar, lo cual es preocupante si consideras que cada minuto entra al océano más plástico que el que cabe en un camión de basura”.
Imagen cedida por la ONG Ocean Conservancy de un cangrejo en una botella de plástico. / Pier Nirandara
Para llegar a sus resultados, los investigadores analizaron 10 412 necropsias realizadas en todo el mundo, en las que se conocía tanto la causa de muerte como la presencia de plásticos en el tracto digestivo. Entre los animales estudiados había 1 537 aves marinas de 57 especies, 1 306 tortugas marinas de las siete especies conocidas y 7 569 mamíferos marinos de 31 especies.
A partir de estos datos, modelaron la relación entre la cantidad y el volumen de plástico ingerido y la probabilidad de muerte, y evaluaron los distintos tipos de plásticos para identificar cuáles son más peligrosos: el caucho y los plásticos duros resultan especialmente letales para las aves, los plásticos blandos y duros para las tortugas, y los plásticos blandos y los desechos de pesca para los mamíferos marinos.

La elasticidad del caucho, en particular, parece dificultar que los movimientos intestinales lo empujen a lo largo del tracto digestivo

“La flexibilidad de estos materiales puede dificultar que se desplacen a través de las uniones en sus estómagos e intestinos. A menudo, estos bloqueos ocurren entre el estómago y los intestinos. La elasticidad del caucho, en particular, parece dificultar que los movimientos intestinales lo empujen a lo largo del tracto digestivo”, subraya Murphy.
“Este estudio nos recuerda que las bolsas de plástico, los aparejos de pesca perdidos y otros objetos grandes pueden ser peligrosos para animales grandes y pequeños”, apunta Britta Baechler, directora de investigación sobre plásticos oceánicos de Ocean Conservancy y coautora del estudio. “Uno de cada 20 tortugas marinas que estudiamos murió por ingerir plásticos”, apunta.
Leones marinos jugando con plásticos en aguas de las islas Galápagos. / Adam Porter
Casi la mitad de todas las tortugas marinas, un tercio de las aves y el 12 % de los mamíferos marinos tenían plásticos en su tracto digestivo al morir. En total, uno de cada cinco animales registrados había ingerido plásticos, a menudo de distintos tipos.
Entre las aves, el 92 % ingirió plásticos duros, el 9 % blandos, el 8 % restos de pesca, el 6 % caucho y el 5 % espumas. Apenas seis piezas de caucho, cada una más pequeña que un guisante, tienen un 90 % de probabilidad de causar la muerte.

Si se tomaran en cuenta los efectos crónicos y subletales de la ingestión o la exposición a microplásticos, indudablemente observaríamos niveles más altos de mortalidad como consecuencia del plástico

“Nuestro análisis considera únicamente la muerte inmediata por ingestión de macroplásticos, pero si se tomaran en cuenta los efectos crónicos y subletales de la ingestión o la exposición a microplásticos, indudablemente observaríamos niveles más altos de mortalidad como consecuencia del plástico”, enfatiza Murphy.
Entre las tortugas, el 69 % consumió plásticos blandos, el 58 % restos de pesca, el 42 % duros, el 7 % espuma, el 4 % caucho sintético y el 1 % tela sintética. Estos reptiles, que pesan varios cientos de libras, son especialmente sensibles a los plásticos blandos: solo 342 piezas del tamaño de un guisante serían letales con un 90 % de certeza.
Entre los mamíferos marinos que ingirieron plástico, el 72 % consumió restos de pesca, el 10 % plásticos blandos, el 5 % caucho, el 3 % duros, el 2 % espuma y el 0,7 % tela sintética. Veintiocho piezas, más pequeñas que una pelota de tenis, pueden matar a un cachalote en el 90 % de los casos.
En este sentido, Murphy señala qué políticas deberían adoptar los gobiernos: “Un buen punto de partida serían medidas que regulen estos artículos, como la prohibición de bolsas de plástico o la suelta de globos. Por ejemplo, investigaciones recientes han demostrado que las prohibiciones de bolsas son efectivas, ya que reducen hasta un 47 % la cantidad de estas en las costas. Sin embargo, nuestra investigación muestra que no existe un ‘tamaño’ o cantidad de plástico segura en los océanos, por lo que necesitamos políticas que reduzcan la producción de manera general”.
Una tortuga laúd arrastra cuerdas de pesca en el Caribe. / Kate Charles, Ocean Spirits
Casi la mitad de los animales que ingirieron plásticos están en la Lista Roja de la UICN como especies amenazadas. Los autores aclaran que su análisis se centró solo en los efectos de plásticos grandes (más de 5 mm) y no consideró riesgos como enredos, impactos subletales o microplásticos.

Esta investigación subraya cómo los plásticos oceánicos son una amenaza existencial para la diversidad de la vida en nuestro planeta

“Esta investigación subraya cómo los plásticos oceánicos son una amenaza existencial para la diversidad de la vida en nuestro planeta”, apunta Nicholas Mallos, vicepresidente del programa Ending Ocean Plastics de Ocean Conservancy. “Comer plásticos es solo una de las formas en que la vida marina está amenazada. Imagina los peligros si también consideras los enredos y la amenaza constante de los químicos tóxicos que se filtran de los plásticos”.
Cada año, más de 11 millones de toneladas de plástico llegan a los océanos, gran parte procedente de artículos de un solo uso. Los voluntarios de la International Coastal Cleanup de Ocean Conservancy ayudan a reducir este impacto: desde 1986, más de 19 millones de personas han retirado más de 400 millones de libras de basura de playas y ríos en todo el mundo.
“Cuando recoges solo unas pocas piezas de plástico, ayudas a proteger la vida de un animal marino. Y cuando todos limpiamos juntos, ayudamos a proteger innumerables vidas”, asegura Allison Schutes, directora senior de Conservation Cleanups.
Para abordar la crisis de contaminación plástica, es necesario reducir su producción. / Pixabay
Los científicos subrayan que, para abordar la crisis de contaminación plástica, es necesario reducir su producción, mejorar la recolección y el reciclaje y recuperar los plásticos ya presentes en el medio ambiente.

Las especies amenazadas ya enfrentan muchos desafíos, y la contaminación por plástico puede aumentar el estrés sobre estas poblaciones

“Estamos encantados de contar con esta investigación que cuantifica los impactos de la contaminación plástica en la vida silvestre”, señala Anja Brandon, directora de política sobre plásticos de Ocean Conservancy. “Aunque no hay una solución única, estos números reafirman que nuestro trabajo sobre artículos problemáticos como globos y bolsas de plástico es realmente significativo. Cada política y cada acción individual cuenta”.
“Los gobiernos de todo el mundo buscan objetivos basados en la ciencia para guiar decisiones políticas”, añade Chelsea Rochman, profesora asociada en la Universidad de Toronto y autora principal del estudio. “Esta investigación proporciona una base clave para que los responsables comprendan los umbrales de riesgo y protejan mejor la biodiversidad”, añade.
“Las especies amenazadas ya enfrentan muchos desafíos, y la contaminación por plástico puede aumentar el estrés sobre estas poblaciones. Esta investigación es un paso importante para cuantificar el riesgo que la contaminación plástica representa para las poblaciones marinas, de modo que podamos establecer objetivos basados en la ciencia para reducir la contaminación plástica y proteger a las especies vulnerables”, concluye Murphy.
Referencia:
Erin L. Murphy et al. “A quantitative risk assessment framework for mortality due to macroplastic ingestion in seabirds, marine mammals, and sea turtles”. PNAS.