El estudio se publica en el último número de ‘Conservation Genetics’

Las dos poblaciones de osos pardos en España están aisladas desde hace 50 años

Un equipo de investigadores ha confirmado que los osos pardos (Ursus arctos) de la cordillera cantábrica, divididos en las subpoblaciones oriental y occidental, presentan un bajo nivel de variación genética, un dato que unido al bajo tamaño poblacional sitúa a los osos en una situación crítica. Gracias a un análisis genético no invasivo, han demostrado el aislamiento absoluto entre las dos subpoblaciones en peligro de extinción, que limita su recuperación.

Las dos poblaciones de osos pardos en España están aisladas desde hace 50 años
Oso pardo (Ursus arctos). Foto: Raphael Quinet.

La situación de los osos en la Península Ibérica es crítica. Investigadores de la Universidad de Oviedo (UO) y del Consejo Superior de Investigación Científicas (CSIC) han realizado una identificación genética a partir del análisis de heces y pelo de los osos pardos (Ursus arctos) de la cordillera cantábrica recogidos entre 2004 y 2006.

El análisis no invasivo de 146 muestras ha permitido identificar a 39 osos en la subpoblación occidental y 9 en la oriental, y así mostrar la estructura genética de la población. Para obtener los genotipos individuales de los osos, los científicos han empleando de forma conjunta 18 marcadores microsatélite y un marcador del sexo con tecnología genética punta.

“Los niveles de diversidad genética fueron del 45% en la subpoblación occidental y 25% en la oriental”, explican a SINC Trinidad Pérez y Ana Domínguez Sanjurjo, autoras del estudio e investigadoras en el Departamento de Biología Funcional (Genética) de la UO.

Según Pérez, estos niveles de variación de los genes (que permiten la adaptación, supervivencia y evolución de la especie) están “entre los más bajos de los descritos en la literatura científica para esta especie”.

El estudio, que aparece en el último número de la revista Conservation Genetics, señala que la diferencia entre las dos subpoblaciones cantábricas es “extrema”, de un 41%. Este valor es comparable, por ejemplo, al existente en poblaciones de rebeco (Rupicapra) que son consideradas de distinta especie.

Para Domínguez Sanjurjo, este fenómeno “sólo se puede explicar por un aislamiento absoluto entre ambas subpoblaciones unido a un tamaño extremadamente reducido en la oriental”. A partir de estos datos de diferenciación entre subpoblaciones “se puede inferir que no ha habido flujo genético entre ellas al menos desde hace 50 años”, afirman las científicas.

De esta forma, sabemos que en la población oriental la tasa de endogamia (reproducción de individuos de un mismo linaje) por generación es aproximadamente del 10%, “un valor que excede ampliamente la tasa máxima tolerable dada para animales domésticos que es del 1%”, asevera a SINC Pérez.

La subpoblación cuenta con un número en torno a los 20 individuos, número que “está muy lejos del tamaño que se considera mínimo viable, por lo que su conservación a corto plazo está seriamente comprometida”, añade la bióloga.

Por su lado, la subpoblación occidental presenta niveles moderados de diversidad, “debido probablemente a una importante reducción en el número de osos que habría empezado hace 300 años”, subraya Pérez. Aunque a finales de los años 90 el tamaño estimado para esta subpoblación era de entre 50 y 60 ejemplares, “este número debería situarse cerca de los 200 individuos para que la población de osos sea viable a corto plazo”, declaran las científicas.

Conectar las poblaciones, una solución

A pesar de que la población oriental es la que menos individuos tiene, la occidental posee “un gran riesgo de extinción a medio plazo”, señala Domínguez. Para ello, las investigadoras explican que “la conectividad entre las dos subpoblaciones es prioritaria si se quiere mantener el núcleo oriental que estaría en riesgo de extinción inmediata”.

El análisis genético ha permitido identificar un individuo macho en Palencia perteneciente a la subpoblación occidental. “En teoría, si consiguiera reproducirse un migrante de una subpoblación a otra cada 10 años, reduciría la diferenciación entre las dos poblaciones de osos al 20%”, confirman Pérez y Domínguez. La diferencia genética disminuiría al 11% si fueran dos osos. “Esta migración incrementaría la diversidad en la subpoblación oriental aumentando considerablemente sus probabilidades de supervivencia”, apunta Pérez.

Para que los osos pardos se encuentren fuera de peligro a largo plazo “será necesario controlar la población en su conjunto, estimar el tamaño y tendencia, procurar la conectividad entre las dos subpoblaciones y evitar pérdidas de hábitat”, concluyen las investigadoras.

Referencia bibliográfica:

Pérez, Trinidad; Vázquez, Fernando; Naves, Javier; Fernández, Alberto; Corao, Ana; Albornoz, Jesús; Domínguez, Ana. “Non-invasive genetic study of the endangered Cantabrian brown bear (Ursus arctos)” Conservation Genetics 10(2): 291-301 abril de 2009

Fuente: SINC
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