Científicos de la Unidad de Desarrollo, Genética y Células Madre del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) de Valladolid llevan desde 1995 tratando de determinar qué papel que juega una lipocalina (un tipo de proteína) denominada 'Lazarillo', en invertebrados, y Apolipoproteína D, en vertebrados, en el desarrollo y construcción del sistema nervioso, la regulación de la longevidad y la neurodegeneración. Los investigadores trabajan actualmente bajo la hipótesis de que esta proteína controla la estabilidad de las membranas biológicas (que rodean a las células), es decir, que desarrollaría un papel de defensa frente a la oxidación durante el proceso de envejecimiento o durante ciertas enfermedades, entre ellas las neurodegenerativas.
Estas proteínas parecen estar detrás de la protección de los lípidos o grasas que forman la membrana que rodea a las células, por lo que jugarían un papel importante contra la oxidación, un proceso que afecta en gran medida a la estabilidad de esa membrana y que se agudiza durante el envejecimiento o con ciertas patologías, ya que la maquinaria antioxidante del organismo empieza a fallar.
El equipo de investigadores, al frente del cual está la doctora Dolores Ganfornina, está tratando de validar esta hipótesis con modelos animales. Actualmente, ya han trabajado con un modelo de invertebrado, la mosca del vinagre, y con un tipo concreto de patología neurodegenerativa, la Ataxia, Enfermedad Rara que se caracterizan por una progresiva dificultad para coordinar las acciones de los distintos músculos que intervienen en un movimiento y que en muchos casos aparecen durante la adolescencia. En concreto, el objetivo es aumentar los niveles de Lazarillo en las moscas para comprobar si su esperanza de vida aumenta y si se reducen los síntomas de esta enfermedad.
Los resultados hasta el momento son prometedores. En los dos tipos concretos de ataxias que se han reproducido en los animales (Ataxia espinocerebelosa, que ataca al cerebelo, y la de Friedrich, que ataca a la mitocondria), se ha logrado que al aumentar los niveles de la proteína lazarillo, “la mosca mejore, aunque no se cure totalmente la enfermedad”. En concreto, precisa la investigadora, el animal vive “hasta un 20% más y se reducen los síntomas motores”, lo que significa que “pese a que en estos dos modelos de una misma enfermedad la causa es diferente, sin embargo, en los dos la proteína lazarillo protege” frente a la oxidación celular.
Corroborarlo en ratones
Una vez que concluyan los ensayos con este modelo animal, el siguiente paso es corroborar esta misma hipótesis en ratones. A ello se dedicarán durante los próximos tres años. Con este modelo de vertebrados lo único que se ha hecho hasta el momento es comprobar si la Apolipoproteína D protege frente a la oxidación experimental (aumentando el nivel de hierro, por ejemplo), aunque lo que aún no se ha comprobado es si este papel protector también está cuando al animal se le reproduce una situación similar a una patología neurodegenerativa como las ataxias.
Dentro de esta misma línea de investigación y teniendo en cuenta que en patologías concretas las Apolipoproteínas D se expresan también en la sangre, los investigadores están desarrollando otro proyecto que consiste en medir a pacientes con ataxia qué cantidad de esta proteína tienen en la sangre para comprobar si cuando la enfermedad está menos desarrollada tienen mayor cantidad que cuando empeoran. Por el momento se ha analizado a unos 50 pacientes, a los que se volverán a hacer pruebas dentro de tres años para comprobar la evolución de los niveles de la proteína.
Esta investigación abre el camino no sólo a la lucha para lograr un tratamiento para las ataxias, sino que, tal y como recalca la doctora Ganfornina, “si estas proteínas son un mecanismo protector frente a las ataxias, será útil para todas las enfermedades neurodegenerativas, parkinson, Alzheimer….”. De hecho, y una vez que se consiga validar la hipótesis de las ataxias, el objetivo de este grupo de investigación es estudiar este mismo papel de las Apolipoproteínas D en el Parkinson o el Alzheimer.