Un artículo de un paleoneurólogo del Centro Nacional de Investigación Sobre la Evolución Humana de Burgos evalúa las evidencias fósiles sobre los cambios cerebrales asociados a las áreas del lenguaje. El autor explica que muchas de estas áreas están sujetas a vínculos arquitectónicos del cráneo, por lo que no es posible establecer si se trata de cambios evolutivos asociados a variaciones de la organización del cerebro.
Emiliano Bruner, paleoneurólogo del Centro Nacional de Investigación Sobre la Evolución Humana (CENIEH), acaba de publicar un artículo de opinión en la revista Frontiers in Human Neurosciences, en el que se evalúan las evidencias fósiles sobre los cambios cerebrales asociados a las áreas del lenguaje, y se explica que muchas de estas áreas están sujetas a vínculos arquitectónicos del cráneo, por lo que no es posible establecer si se trata de cambios evolutivos asociados a variaciones de la organización del cerebro.
“Es el caso de la corteza frontal, vinculada a la anatomía de la cara, y que además incluye rasgos anatómicos que todavía no se conocen a fondo ni siquiera en nuestra propia especie”, señala Bruner, para quien los fósiles pueden aportar indicaciones adicionales sobre la evolución del lenguaje, pero no concluyentes.
Cambios cognitivos
El 'distrito' del cerebro que más ha cambiado a nivel de anatomía general, sobre todo en nuestra especie, son las áreas parietales. Es interesante observar que estas áreas son cruciales para la gestión de la manualidad, un factor desde siempre relacionado con el habla, así como para las sensaciones y simulaciones asociadas al cuerpo, procesos también relacionados con la descodificación del lenguaje.
“Habría que evaluar entonces si las variaciones de las capacidades dedicadas a la percepción del cuerpo puedan haber participado en los cambios cognitivos asociados a la evolución del lenguaje.” señala Bruner.
El artículo titulado "Language, Paleoneurology, and the Fronto-Parietal System” forma parte del volumen “Language at the Interface Between the Skull and the Brain”, coordinado por Antonio Benítez-Burraco, de la Universidad de Huelva, y por Wanda Lattanzi, de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Roma.