Investigadores estadounidenses han estudiado la capa de hielo que queda en la cumbre de la montaña del Kilimanjaro (Tanzania) y han concluido que podría desaparecer en dos décadas o antes. La principal causa de su desaparición podría ser el aumento de las temperaturas en todo el planeta, según afirman los científicos en el último número de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Los investigadores del Centro Byrd de Investigación Polar y de la Universidad de Massachussets (EEUU), en colaboración con el Programa de Paleoclima de la Fundación Nacional de Ciencia (EEUU) y el Programa de Agua y Carbon de la Universidad del Estado de Ohio (EEUU) indican que es sobre todo el aumento de temperaturas que influye en la desaparición de los glaciares del Kilimanjaro. Los cambios en la nubosidad y la precipitación provocan un efecto menor.
“El 85% del hielo que cubría la montaña en 1912 había desaparecido en 2007, y el 26% del que había en el año 2000 ya no sigue allí”, explica Lonnie Thompson, autor principal de la investigación, catedrático de ciencias de la tierra de la Universidad Estatal de Ohio (EEUU) e investigador del Centro Byrd de Investigación Polar. El paleoclimatólogo y sus compañeros confirman así con una serie de datos la rápida pérdida de hielo en la cumbre de la montaña más alta de África.
El estudio, que se publica en el último número de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), demuestra que entre los años 2000 y 2007, la pérdida por el la disminución del volumen del hielo es casi igual a la reducción de su extensión.
Otra prueba del veloz deshielo es, según el investigador, la señal radioactiva que marcaba las pruebas atómicas “Ivy” de 1951 a 1952 y que fue detectada en el año 2000 a 1,6 metros bajo la superficie del hielo del Kilimanjaro. “Esta señal ya se ha perdido, y se calcula que faltan 2,5 metros de la parte superior de la actual capa de hielo”, indica Thompson.
Un deshielo repentino
El estudio demuestra que la presencia de burbujas alargadas atrapadas en el hielo de la zona superior de uno de los testigos de sondeo indica que el hielo de la superficie se ha derretido y vuelto a congelar. Según los científicos, no hay pruebas de derretimiento continuo en ninguna otra parte del resto del testigo, cuya antigüedad es de 11.700 años.
Hace 4.200 años, la sequía que hubo en esa zona de África y que duró 300 años, dejó una gruesa capa de polvo (de unos 2,5 centímetros), y, según las pruebas, estuvo acompañada de derretimiento. Estas observaciones confirman que las actuales condiciones climáticas del Kilimanjaro no tienen precedente alguno en los últimos 11 milenios.
“Es la primera vez que los investigadores han calculado el volumen de hielo que ha perdido la capa de hielo de la montaña”, afirma Thompson. “Si uno se fija en el porcentaje de volumen que se ha perdido desde el año 2000 y lo compara con la superficie que se ha perdido a medida que la capa de hielo ha encogido, las cifras son muy parecidas”, añade el científico.
Aunque la pérdida de los glaciares de la montaña resulta más evidente debido a la reducción de sus bordes, Thompson explica que el adelgazamiento de la capa de hielo desde la superficie es una consecuencia igual de preocupante.
Reducción del 50% en nueve años
Las partes superiores de las capas de hielo norte y sur de la cumbre del Kilimanjaro han bajado 1,9 metros y 5,1 metros, respectivamente. El glaciar más pequeño Furtwängler, que se estaba derritiendo y llenando de agua en 2000, cuando se tomó la muestra, ha perdido el 50% de su espesor entre los años 2000 y 2009.
“Ha perdido la mitad de su grosor. Llegará un año en el que Furtwängler estará ahí y, al año siguiente, habrá desaparecido. ¡Se habrá derretido por completo!”, manifiesta Thompson. Ya en 2000 el equipo extrajo seis testigos de sondeo de la capa de hielo del Kilimanjaro y lo publicó en la revista Science dos años después. Los datos más recientes se comparan con ese trabajo.
“Los cambios que se están produciendo en el monte Kilimanjaro son idénticos a los del monte Kenia y las montañas Rwenzori, en África, y también a los de los glaciares tropicales de las zonas altas de los Andes suramericanos y el Himalaya”, apunta Thompson.
“El hecho de que tantos glaciares de las zonas tropicales y subtropicales de todo el planeta estén respondiendo de manera similar indica que hay una causa común subyacente”, asevera el paleoclimatólogo. “El aumento de las temperaturas en las proximidades de la superficie terrestre, unido a unos aumentos aún mayores en la troposfera tropical media y alta, hecho que se ha documentado en las últimas décadas, explicaría al menos en parte la similitud generalizada observada en el comportamiento de los glaciares”, concluye Thompson.