Un estudio en Kenia revela que las hembras de babuino que mantienen una relación estrecha con sus padres durante la infancia viven entre dos y cuatro años más que aquellas sin ese vínculo. El hallazgo sugiere beneficios duraderos del cuidado paterno temprano en primates.
En la naturaleza muy pocos mamíferos reciben los cuidados de sus padres. Pero, cuando lo obtienen, el vínculo que se genera puede beneficiar a las crías y a su supervivencia en la edad adulta.
Una nueva investigación de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EE UU), realizada en Kenia,ha descubierto que la solidez de las relaciones padre-hija en las primeras etapas mejora su calidad de vida, frente a aquellas ejemplares que no fortalecen tales lazos.
El estudio publicado en Proceeding of the Royal Society B, evalúo el impacto que tenía la convivencia entre padres e hijas de babuino. Hasta ahora, estas relaciones no se habían estudiado en las primeras fases de desarrollo de las crías, ya que las madres suelen brindarles todos los cuidados esenciales.
El padre babuino crea una zona de seguridad para sus hijas, lo cual les da libertad para alimentarse y socializar sin acoso
Según comenta a SINC la autora principal del trabajo Elizabeth Archie, “los progenitores macho crean una zona de seguridad alrededor de sus hijas pequeñas, lo que les permite alimentarse y socializar sin ser interrumpidas o acosadas por otros miembros del grupo”. Esto se traduce en una mayor supervivencia cuando son adultas, sugiere esta experta en ecología del comportamiento de la universidad estadounidense.
No obstante, esto no ocurre en todos los babuinos. “Los machos mayores son más propensos que los jóvenes a centrarse en las relaciones con sus crías”, destaca la investigadora. Los adultos más jóvenes, en cambio, se centran en ascender en la jerarquía social y a aparearse con otras hembras.
“Esto supone un gran esfuerzo para ellos y no pueden mantenerlo durante más de unos pocos años. Así que, a medida que entran en la mediana edad, su condición física se deteriora y comienzan a centrarse en las relaciones con sus crías”, resalta Archie.
Tras observar a 216 hembras de babuino junto con sus padres en el ecosistema de Amboseli (Kenia), los investigadores revelaron que un tercio de las crías vivieron en el mismo grupo social que sus progenitores durante tres años o más.
Identificaron los hábitos de acicalamiento como un signo de confianza en las relaciones entre padre e hijas, un equivalente humano a sentarse, tomar un café y charlar, comenta la científica.
Los resultados del estudio mostraron que las crías que tenían un vínculo fuerte con sus progenitores vivían entre dos y cuatro años más que aquellas que no se relacionaban con sus padres. Todo ello, como consecuencia de una mayor sociabilización.
En este sentido, los progenitores masculinos atraen el interés del resto de participantes de la comunidad. Para sus crías, esto significa que pueden "interactuar con otros miembros del grupo cuando están cerca de sus padres", explica la experta.
Una mayor socialización puede beneficiarles de dos formas. En primer lugar, les ayuda a agruparse con otros especímenes con los que cooperarán y competirán durante toda su vida; y por otro lado, impulsará sus redes sociales para que sean más sociables en la edad adulta, según Archie.
Asimismo, el estudio encontró que el vínculo paterno es muy diferente al que se produce entre individuos sin relación de parentesco. También reveló que conexiones entre hembras jóvenes y otros machos no se tradujeron en una mayor supervivencia en la edad adulta de ellas.
“Creemos que los padres son más propensos a ayudar a sus hijas que otros machos”, sostiene. “Por ejemplo, intervienen cuando se meten en peleas en el grupo o crean una zona segura para que se alimenten”, aduce la investigadora.
Pese a que los progenitores masculinos no brindan mucho a sus crías durante su infancia. Archie considera que su investigación ofrece información sobre las raíces evolutivas del cuidado parental humano.
Referencia:
Archie. E. et al. Early-life paternal relationships predict female survival in wild baboons. Proceeding of the Royal Society B. 2025