La descendencia de los machos que tienen muchos competidores para aparearse y convertirse en padres presenta más mutaciones dañinas en su ADN que las crías de machos sin rivales. Sin embargo, el efecto de este fenómeno a largo plazo podría ser la clave de la variabilidad genómica.
Los machos que se enfrentan a una competencia más dura por las hembras corren el riesgo de tener descendencia con un mayor número de mutaciones dañinas en su genoma que los machos sin rivales. Así lo ha constatado un estudio de la Universidad de Uppsala (Suecia) que se publica en la revista Nature Ecology & Evolution.
La investigación se realizó en la especie de escarabajo Callosobruchus maculatus pero, según afirma a SINC el primer autor del trabajo e investigador de la universidad sueca, David Berger, el fenómeno se podría extender a “cualquier especie con una fuerte selección sexual”.
“La competencia espermática no se da en todas las especies animales, pero sí en la mayoría de los principales grupos, incluso en los primates”, aclara Berger.
Entre ellos están los insectos, donde varios machos suelen aparearse con la misma hembra. Esto lleva a una forma de selección sexual en la que el esperma del macho compite para fertilizar los huevos de la hembra. Los machos que producen un esperma más numeroso o más competitivo a menudo ganan la competencia y se convierten en padres.
Ahora, las conclusiones de este trabajo han logrado demostrar que esta ,puede conducir a una mayor tasa de mutaciones perjudiciales en la descendencia. Aunque la teoría no es nueva, no se habían realizado suficientes experimentos para probarla.
En cada división celular que tiene lugar durante la producción espermática se daña el ADN, pero se suele reparar por un sistema de vigilancia celular. Según Berger, en los machos competidores el esperma se elabora a expensas del sistema de reparación genética.
“Esto puede conducir a más mutaciones en la descendencia de los machos que tienen éxito en la selección sexual porque invierten más en rasgos que aumentan sus posibilidades de ganar la competición por el apareamiento y menos en la reparación y mantenimiento del ADN en las células espermáticas”, explica.
El efecto a corto plazo de este fenómeno es que aumenta la tasa de mutación. Sin embargo, a largo plazo podría disminuirla.
“Los padres de poblaciones con una alta competencia espermática a lo largo de muchas generaciones se adaptan a las nuevas condiciones produciendo más esperma y una descendencia más viable en comparación con los adaptados a una vida de monogamia”, dice el investigador.
Esto puede conducir a “una adaptación genética que aumente la calidad de los machos y la calidad de su esperma”. Según Berger, esto puede ayudar a explicar “por qué todavía hay variación genética en la calidad de las parejas sexuales y por qué todavía hay selección sexual en la elección de pareja”.
Referencia:
Julian Baur y David Berger. “Experimental evidence for effects of sexual selection on condition-dependent mutation rates”. Nature Ecology & Evolution. DOI: 10.1038/s41559-020-1140-7