Si eres un microorganismo y tienes que sobrevivir en un ambiente muy hostil donde llueve escasamente y entre décadas, donde la temperatura durante el día puede superar los 50°C, donde la radiación solar resulta letal y aniquila cualquier rastro de vida en la superficie, entonces, la única solución es buscar un buen refugio. Eso es lo que han encontrado los microorganismos que colonizan las costras de yeso en el lugar más seco de la Tierra: el desierto de Atacama en Chile. Este hallazgo, es uno de los resultados de la expedición internacional dirigida por el investigador Jacek Wierzchos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC).
La vida microbiana en nuestro planeta ha desarrollado diferentes estrategias para sobrevivir en condiciones extremas, como ocurre en los desiertos. Una de ellas consiste en ocultarse dentro de las rocas, colonizando ambientes que se conocen como endolíticos. La supervivencia en estos microhábitats es posible por la combinación de ciertas características del sustrato: humedad, muy escasa pero presente, transparencia que permite el paso de luz para realizar la fotosíntesis e impide el paso de las dañinas radiaciones ultravioleta, y la porosidad que permite la existencia de huecos diminutos y fisuras que pueden retener la humedad.
En otros desiertos extremadamente secos (los Valles Secos antárticos y el Negev en Israel) también se han hallado microorganismos viviendo dentro de rocas areniscas y debajo de piedras de cuarzo. En el desierto de Atacama, cuyo origen se remonta a hace 10-15 millones de años, por lo que está considerado como el desierto más antiguo de la Tierra, se desconocía la existencia de vida más allá de una escaso número de bacterias presentes en su suelo.
Recientemente, en colaboración con la Dra. De los Ríos, se descubrió la presencia de comunidades microbianas compuestas de microorganismos fotosintéticos (cianobacterias), bacterias y arqueas dentro de las rocas compuestas por halitas (sal común).
En el caso de las halitas, la gran capacidad de la sal para absorber la humedad del ambiente, ha permitido el aporte de agua líquida a los microorganismos. Pero el caso de la colonización de los yesos es muy diferente, ya que este mineral no puede atrapar el agua. Sin embargo, el yeso es semitransparente lo que permite el paso de la luz, al tiempo que protege a los microorganismos que viven dentro de estas costras de la radiación ultravioleta que resultaría letal. Además el yeso es microporoso, lo que da lugar a cavernas microscópicas donde el agua puede ser retenida.
En estas condiciones, la vida microbiana que coloniza las costras de yeso muestra una amplia biodiversidad representada por líquenes epilíticos (que ocupan la superficie de la costra) y microorganismos endolíticos tales como algas, hongos, cianobacterias y bacterias no fotosintéticas.
Los autores del estudio indican que los microorganismos pueden tener varias estrategias para adaptarse a una aridez tan extrema. Se piensa que algunos organismos se deshidratan mientras esperan a que se den condiciones adecuadas de humedad; éste es un fenómeno bien conocido en las algas que forman los líquenes, que con frecuencia sufren episodios de deshidratación en los que adquieren la forma de un balón desinflado y cuando disponen de agua y se rehidratan, vuelven a recuperar su forma redondeada y su función metabólica.
Pero las estrategias de supervivencia de la microbiota del desierto no han sido todavía bien exploradas y las condiciones naturales son muy difíciles de reproducir en el laboratorio, ya que como comenta la investigadora del MNCN Carmen Ascaso “lo que ocurre en la naturaleza no se puede imitar en el laboratorio”.
Conocer el límite para la vida
Es por ello, que en la primavera de 2011 investigadores del Grupo de Ecología Microbiana y Geomicrobiología del Sustrato Lítico del MNCN (CSIC), acompañados por investigadores de otros centros internacionales, emprenderán una Expedición Científica al Desierto de Atacama con el objetivo de estudiar cuál es el límite para la vida.
Los microorganismos que viven en condiciones extremas, conocidos también como extremófilos, probablemente han evolucionado a partir de otros que se han desarrollado en lugares donde la vida era más fácil. Aunque la presencia de vida es posible en condiciones extremas, según Wierzchos “éstas deben permanecer estables durante largos períodos de tiempo para que la vida pueda adaptarse”.
En este contexto, el estudio de la vida microbiana en la zona más árida del desierto de Atacama constituye una primera aproximación para valorar la posibilidad de la vida en Marte.
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Referencia bibliográfica:
Wierzchos, J., Cámara, B., de los Ríos, A., Dávila, A.F., Sanchez-Almazo, I., Artieda, O., Wierzchos, K., Gómez-Silva, B., McKay, C.P. and Ascaso, C. 2011. Microbial colonization of Ca-sulfate crusts in the hyperarid core of the Atacama Desert: implications for the search for life on Mars. Geobiology, 9: 44-60. DOI: 10.1111/j.1472-4669.2010.00254.x
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