Investigadores del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña y de la Universidad de Lleida han descubierto una de las principales causas del decaimiento de los bosques del Pirineo: la aparición de ataques de patógenos asociados al abandono de los bosques. En la actualidad, las poblaciones de muérdago están diezmando los bosques de abetos, de pino silvestre y de pino carrasco.
La baja rentabilidad y la comercialización de materiales alternativos a la madera han estimulado el abandono del bosque, cuyo aprovechamiento permitía rejuvenecer las masas forestales. Con la ausencia de gestión forestal, los árboles han empezado a envejecer y a competir entre sí por los recursos del medio ambiente (agua, luz y nutrientes). A ello, se añade el crecimiento de poblaciones de patógenos que les prepara un fatal destino.
El estudio, publicado en el último número de la revista Forest Ecology and Management, ha permitido comprender el decaimiento de un especie concreta, el abeto del Pirineo (Abies alba Mill.). “La muerte de los árboles ocurría algunas veces acompañada con la presencia de patógenos, pero otras veces los árboles sencillamente morían sin razón aparente que lo explicara”, comentó a SINC el autor principal de la investigación, Jonàs Oliva.
Según los investigadores, el principal factor del deterioro de un ecosistema forestal es su abandono en un estado ‘poco estable’. “Tal y como se está observando en los abetales del Pirineo, en ausencia de gestión, los patógenos y las plagas toman el relevo al hombre en su papel de gestor del bosque”, reveló Oliva. El estudio demuestra que la senectud se debe más a las condiciones creadas por el hombre, que a un deterioro general del bosque.
Al proceso de mortalidad y la alta incidencia de determinadas enfermedades forestales, se han añadido dos décadas de temperaturas más secas y cálidas que las registradas históricamente, y que afectan a una especie que podría desaparecer en el Pirineo en un contexto de cambio climático global. Los científicos han estudiado las características de los árboles y masas de abeto que estaban muriendo, la intervención de los patógenos en el proceso, y los efectos de la gestión al estado de salud de estas masas.
“La mortalidad del abeto que observamos hoy en día es un proceso que ha empezado hace poco tiempo, ya que esta especie había ganado terreno a otras hasta los años ‘90”, declaró Oliva. El investigador constató, además, que no encontraron ninguna diferencia entre los que se estaban muriendo y los sanos. “No es el abeto como especie ni los abetales como bosque los que están muriendo, sino ciertos árboles, los más altos y dominantes, dentro de las masas forestales”.
Dos hipótesis para otra herramienta de gestión de bosques
El equipo de investigación ha analizado las causas y ha barajado dos hipótesis: o los árboles que están muriendo se dejaron como árboles de semilla después de las cortas (explotación industrial), o la regeneración de las masas y el aumento de la competencia han provocado que sean más sensibles al clima seco y caluroso de los ‘80 y ‘90, y a los ataques de determinados patógenos.
A la hora de estudiar el papel de los patógenos el equipo identificó dos hechos clave. Oliva lo explicó así: “Los árboles más decaídos eran aquellos que, además, estaban más afectados por una enfermedad, el muérdago (Viscum album), una planta parásita cuya presencia está asociada a una mayor mortalidad del abeto, y por el patógeno Heterobasidion annosum, que afecta a un 30% de los abetales del Pirineo”.
En la actualidad, no se conoce ninguna herramienta de gestión para controlar las poblaciones de muérdago que están diezmando, no sólo los bosques de abetos, sino también los de especies forestales como el pino silvestre (Pinus sylvestris) o el pino carrasco (Pinus halepensis). No obstante, de ser ciertas las hipótesis, este estudio daría lugar a herramientas reales de gestión para prevenir los daños de decaimiento en el futuro.
“Son necesarios también ensayos de métodos de lucha y control de esta enfermedad para ser capaces de frenar su expansión”. Profundizar en el conocimiento del funcionamiento de los bosques debería ser el objetivo para “garantizar un estado saludable de los árboles”, concluyó el científico.
Más información: imágenes de abetos sanos y en decaimiento.
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J. Oliva, C. Colinas. “Decline of silver fir (Abies alba Mill.) stands in the Spanish Pyrenees: Role of management, historic dynamics and pathogens”. Forest Ecology and Management 252, 84–97, 2007.