Los pobladores de Atapuerca de hace 4.500 años estaban emparentados con los de Oriente Próximo

Investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana Evolución Social (IPHES) y la Universidad Pompeu Fabra han analizado el ADN mitocondrial de fósiles de Homo sapiens de la cueva de El Mirador, en Atapuerca, de hace entre 4.760 y 4.200 años. Los resultados revelan que aquellos individuos tenían afinidades genéticas con los de Oriente Próximo y Alemania.

Trabajos de excavación en la cueva El Mirador, con la arqueóloga Elena Moreno al frente. / IPHES
Trabajos de excavación en la cueva El Mirador, con la restauradora Elena Moreno al frente. / IPHES

Hace entre 4.760 y 4.200 años la Cueva de El Mirador, en Atapuerca (Burgos), funcionaba como lugar de enterramiento y allí fueron depositados al menos 23 individuos de la especie Homo sapiens. A 19 de ellos se les ha extraído ADN mitocondrial con el objetivo de saber de dónde procedían y con quién estaban emparentados genéticamente, entre otras cuestiones.

Ahora un estudio realizado por el equipo de Carles Lalueza-Fox de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), que publica la revista PLOS ONE, aporta algo de luz a este interrogante. Según los resultados obtenidos, aquellos especímenes tenían afinidades genéticas con poblaciones de Oriente Próximo y de Alemania.

En el Neolítico medio y final había una señal genética común en Europa central y occidental, pero en el Calcolítico el panorama es más heterogéneo

Se trata de los primeros análisis de ADN que se efectúa en restos descubiertos en El Mirador. La investigación se ha llevado a cabo en el marco de un trabajo más amplio sobre la composición genética de poblaciones europeas contemporáneas de la cultura del vaso campaniforme, aunque los Homo sapiens de aquella cueva no pertenecían a esta tradición técnica, porque no fabricaban ni utilizaban el mismo tipo de cerámica.

"Esta investigación demuestra que la población calcolítica de El Mirador tiene afinidades con grupos del Próximo Oriente y encaja en poblaciones del Neolítico Medio y Final de Alemania, como las culturas Rössen, Salzmünde i Balberge, pero no tiene relación con la cultura contemporánea del vaso campaniforme", matiza Marina Lozano, investigadora del IPHES, que está entre las firmantes del artículo, junto con Josep Maria Vergès, también arqueólogo de este instituto.

El estudio constata que durante el Neolítico medio y final había una señal genética común en Europa central y occidental, pero a lo largo del Calcolítico el panorama se hace mucho más heterogéneo con presencia de más grupos.

La hipótesis tradicional plantea que la cultura del vaso campaniforme se desarrolló en la vertiente atlántica europea y desde allí se extendió por el resto de Europa. El hallazgo de yacimientos muy antiguos en Portugal con cerámica de dicha cultura, hace pensar que el origen se encuentra en la zona de la desembocadura del río Tajo.

La base socioeconómica de aquellas poblaciones era el ganado (rebaños de cabras y ovejas), la producción de cereales (trigo y cebada, y algunas leguminosas) y ocasionalmente, complementarían la parte animal de la dieta con caza.

Referencia bibliográfica

"Mitochondrial DNA from El Mirador cave (Atapuerca, Spain) Reveal the Heterogeneity of Chalcolithic Population", Gómez-Sánchez et al.PLOS ONE (2014).

Fuente: IPHES
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