Los ríos intermitentes se secan durante una parte del ciclo anual y suponen la mitad de la red mundial de ríos. Pero no se tienen en cuenta para determinar la contribución global de los afluentes en la liberación de dióxido de carbono a la atmósfera. Un estudio ha permitido cuantificar por primera vez esas emisiones y revela que, si se añadiera la información referente a los ríos intermitentes, las estimaciones de emisiones de CO2 asociadas a los cursos de agua aumentarían entre un 7% y un 152%.
Un equipo internacional de investigadores, en el que participa la Universidad de Granada, ha cuantificado por primera vez las emisiones de CO2 asociadas a los ríos intermitentes o temporales del planeta, que actualmente suponen la mitad de la red mundial de ríos y que serán cada vez más frecuentes debido al cambio climático.
Este trabajo, liderado por el Instituto Nacional de Investigación en Ciencias y Tecnologías para el Medioambiente y la Agricultura (IRSTEA, por sus siglas en francés) y en el que participan investigadores de todos los continentes, ha sido publicado en la revista Nature Geoscience, supone la primera contribución del 1000 Intermitent River Project, un programa internacional dedicado al estudio de los grandes olvidados de las redes fluviales: los ríos y arroyos temporales, esto es, aquellos que se secan durante una parte del ciclo anual.
En los ríos permanentes, donde el agua corre de forma ininterrumpida a lo largo de todo el año y los organismos detritívoros y descomponedores están normalmente activos, hojas, ramas y otros detritos son rápidamente descompuestos, liberando CO2 a la atmósfera de forma más o menos continua.
En los ríos intermitentes, en cambio, los detritos (materia muerta que proviene de la descomposición de fuentes orgánicas) se van acumulando durante el periodo de sequía y no son descompuestos hasta que no vuelve a correr el agua. Esto produce importantes emisiones de CO2 en forma de pulsos, que hasta el momento habían sido prácticamente ignoradas por la comunidad científica.
Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores muestrearon durante los meses de sequía de 2015 y 2016 un total de 212 ríos intermitentes en 22 países, desde la región polar hasta el corazón de bosques tropicales y los desiertos más áridos.
Análisis de los ríos intermitentes
El material recogido fue sometido a diversas pruebas en laboratorio y rigurosos análisis estadísticos. Los investigadores encontraron que la cantidad de material que se acumula en los ríos intermitentes, así como el CO2 que se libera durante su descomposición, varía mucho según el clima, la anchura del río, la vegetación de ribera y la duración del periodo de sequía.
Pero también influyen otros muchos factores. Como explica uno de los autores de este trabajo, el investigador del departamento de Zoología de la Universidad de Granada Marcos Moleón Paiz, “en ambientes áridos como los desiertos de Namibia, donde la vegetación es escasa y aún existen importantes poblaciones de elefantes o rinocerontes, buena parte de los detritos acumulados en el lecho seco de los ríos procede de los excrementos de estos animales, que pueden movilizar grandes cantidades de materia vegetal desde lugares remotos hacia los ríos, y viceversa. Investigar el papel ecológico de esta megafauna es un reto de primer orden y urgente debido a las múltiples amenazas que se ciernen sobre estas especies”.
Los resultados de este estudio indican que la exclusión de los ríos intermitentes conlleva una notable infravaloración de la contribución global de los ríos en la liberación de CO2 a la atmósfera. Según cálculos globales, las estimas de emisiones de CO2 asociadas a los cursos de agua se verían incrementadas entre un 7 y un 152% si se añadiera la información referente a los ríos intermitentes.
“En conclusión, no se puede entender de forma completa y precisa el ciclo del carbono a escala global sin tener en cuenta los procesos que tienen lugar en los ríos intermitentes”, señala el investigador de la UGR.
Referencia bibliográfica:
Datry et al. "A global analysis of terrestrial plant litter dynamics in non-perennial waterways" Nature Geoscience. Mayo de 2018. Doi: 10.1038/s41561-018-0134-4
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