La tormenta que se inició en Saturno en diciembre de 2010 ha producido grandes cambios en las temperaturas, los vientos y la composición atmosférica de una gran región del planeta, e incluso algunos efectos aún perduran. Así lo revela un estudio internacional, con participación española, basado en los datos de la nave espacial Cassini y el telescopio VLT del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile.
“Este trabajo representa la primera vez que se ha estudiado la estructura vertical de una tormenta en Saturno en el infrarrojo térmico (longitud de onda entre 7 y 20 µm) para analizar los enormes cambios en las temperaturas, vientos, composición y nubes producidas por ella”, destaca a SINC Leigh N. Fletcher, investigador de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y autor principal del estudio que hoy publica Science.
El 5 de diciembre de 2010 una gran columna brillante de nubes del “primaveral” hemisferio norte de Saturno generó un sistema expansivo de material nuboso blanco que se fue expandiendo hacia el este y al oeste por los vientos dominantes en la zona. Se detectaba así la sexta tormenta gigante que se registra en Saturno desde 1876, y la primera en ser estudiada desde una sonda espacial: la nave Cassini. También se han empleado los datos del Very Large Telescope (VLT) de ESO.
Aunque ya se habían analizado perturbaciones previas en el planeta gracias a la luz solar reflejada, sus efectos en la estructura térmica, los patrones químicos y de circulación atmosféricas no se habían medido hasta ahora.“Las imágenes térmicas han revelado muchos aspectos sorprendentes de la tormenta, revelando que los efectos de las turbulentas nubes se sintieron en lo alto de la atmósfera de Saturno”, indica Fletcher.
El investigador explica como evoluciona el proceso: “Regiones cálidas de aire flanquean la masa de aire central que se eleva, y estas regiones cálidas irradian energía térmica que brilla más que el resto del planeta. Las hemos denominado ‘faros’ (beacons, en inglés), las más grandes anomalías térmicas que hemos detectado en Saturno”.
“Estos ‘faros’ continúan evolucionando incluso hoy en día, cinco meses después de la primera detección de la tormenta, así que estamos esperando que Saturno se sentirán los efectos en los próximos años”, dice Fletcher.
El estudio confirma que a un mes del comienzo de la tormenta se había perturbado intensamente la temperatura, los vientos y la composición atmosférica entre 20 y 50 grados Norte sobre todo un hemisferio.
La tormenta produjo efectos que penetraron cientos de kilómetros en la estratósfera de Saturno, generaron los‘faros’ de emisión infrarroja brillante, alteraron la circulación atmosférica, modificaron los jets zonales estratosféricos y otros patrones eólicos, y generaron un nuevo y frío vórtice en medio de la perturbación.
A pesar de la gigantesca tormenta, en general el clima de Saturno es mucho más calmado que el del tempestuoso Júpiter, por ejemplo, y este tipo de fenómenos de gran escala (visibles cuando se ve al planeta como un todo) generalmente ocurren solo una vez cada año saturnino.
En la investigación también han participado investigadores españoles de la Universidad del País Vasco y de la Fundación Esteve Duran de Barcelona, junto a científicos de la NASA y otros centros internacionales.
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Referencia bibliográfica:
Leigh N. Fletcher, Brigette E. Hesman, Patrick G. J. Irwin, Kevin H. Baines, Thomas W. Momary, A. Sanchez-Lavega, F. Michael Flasar, P. L. Read, Glenn S. Orton, Amy Simon-Miller, Ricardo Hueso, Gordon L. Bjoraker, A. Mamoutkine, Teresa del Rio-Gaztelurrutia, Jose M. Gomez, Bonnie Buratti, Roger N. Clark, Philip D. Nicholson, Christophe Sotin. "Thermal Structure and Dynamics of Saturn’s Northern Springtime Disturbance". Science, 19 de mayo de 2011.
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