La financiación de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional contribuyó a salvar 91 millones de vidas en los últimos 20 años, pero los recortes anunciados por la administración de Donald Trump podrían poner en riesgo este progreso.
Un nuevo estudio publicado en The Lancet lanza una seria advertencia sobre las consecuencias para la salud global de los recientes recortes en la ayuda exterior de Estados Unidos.
El trabajo, coordinado por investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), junto con el Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Federal de Bahía (ISC-UFBA), la Universidad de California Los Angeles (UCLA) y el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), entre otros.
Los autores estiman que entre 2001 y 2021 se evitaron 91 millones de muertes en países de ingresos bajos y medios gracias a programas financiados por la USAID, la mayor agencia de financiación de ayuda humanitaria y al desarrollo del mundo.
Sin embargo, los recientes recortes podrían revertir este avance y provocar más de 14 millones de muertes adicionales de aquí a 2030, incluyendo más de 4,5 millones de menores de cinco años.
“Este estudio llega en un momento crítico,” afirma Davide Rasella, investigador ICREA en ISGlobal y coordinador del estudio. “La 4ª Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo que está teniendo lugar esta semana en Sevilla (España) es una oportunidad para alinear la financiación global con las necesidades reales sobre el terreno. Si queremos cumplir con los ODS, no podemos permitirnos desmantelar mecanismos de financiación como USAID, que han demostrado salvar millones de vidas. Es el momento de ampliar, no de recortar”.
Los investigadores analizaron datos de 133 países y combinaron dos enfoques: una evaluación retrospectiva del periodo 2001–2021 y modelos de proyección hasta 2030.
Utilizaron modelos estadísticos que tuvieron en cuenta factores como población, ingresos, educación y sistemas de salud para estimar el impacto de la financiación de USAID en la mortalidad, incluyendo diferencias por grupo de edad y causa de muerte. Finalmente, aplicaron modelos de microsimulación para calcular cuántas muertes adicionales podrían producirse si los recortes actuales continúan.
El estudio concluye que los programas apoyados por USAID se asociaron con una reducción del 15 % en la mortalidad general y una reducción del 32 % en la mortalidad infantil (menores de cinco años). Se estima que se evitaron más de 91 millones de muertes durante este periodo, de las cuales aproximadamente 30 millones fueron de niños y niñas.
En los países que recibieron mayor financiación, el impacto fue más notable en enfermedades prioritarias: la mortalidad por VIH/sida disminuyó un 74 %, por malaria un 53 % y por enfermedades tropicales desatendidas un 51 %. También se observaron reducciones significativas en muertes causadas por tuberculosis, desnutrición, enfermedades diarreicas, infecciones respiratorias, y causas maternas y perinatales.
“Nuestro análisis muestra que la financiación de USAID ha sido una fuerza esencial para salvar vidas y mejorar la salud en algunas de las regiones más vulnerables del mundo en las dos últimas décadas,” señala Daniella Cavalcanti, investigadora posdoctoral en el Instituto de Salud Colectiva y primera autora del estudio.
La financiación de la agencia de EE UU ha sido esencial para salvar vidas y mejorar la salud en regiones vulnerables del mundo en las dos últimas décadas
Para estimar las consecuencias futuras de los recortes, los investigadores simularon dos escenarios: mantener los niveles de financiación de 2023 o implementar los recortes drásticos anunciados a principios de 2025, que suponen una reducción del 83 % en los programas de USAID.
Las proyecciones indican que, de mantenerse los recortes, podrían producirse más de 14 millones de muertes adicionales antes de 2030, incluyendo más de 4,5 millones de menores de cinco años, lo que equivale a unos 700.000 fallecimientos infantiles adicionales por año. Estas cifras reflejan el impacto previsto no solo en salud, sino también en sectores clave como nutrición, educación, agua y saneamiento, y ayuda humanitaria.
Rasella subraya la magnitud del riesgo: “Nuestras proyecciones indican que estos recortes podrían provocar un fuerte aumento en las muertes prevenibles, especialmente en los países más frágiles. Existe el riesgo de frenar bruscamente—e incluso revertir—dos décadas de progreso en salud en poblaciones vulnerables. Para muchos países de ingresos bajos y medios, el impacto sería comparable al de una pandemia global o un gran conflicto armado”.
Para muchos países, el impacto sería comparable al de una pandemia global o un gran conflicto armado
"Desde nuestra experiencia sobre el terreno, hemos visto cómo el apoyo de USAID ha fortalecido la capacidad de los sistemas de salud locales para responder a enfermedades como el VIH, la malaria o la tuberculosis. Recortar ahora esta financiación no solo pone vidas en peligro—también socava infraestructuras críticas que han tardado décadas en consolidarse,” concluye Francisco Saúte, director general del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM) y coautor del estudio.
El estudio advierte que el impacto de los recortes podría ir más allá de los propios programas de USAID. Con Estados Unidos aportando anteriormente más del 40 % de la financiación humanitaria global, otros donantes internacionales podrían verse incentivados a reducir también sus compromisos. Esto debilitaría aún más la prestación de servicios en países que ya dependen del apoyo externo.
“Los resultados del estudio son aún más preocupantes si consideramos que otros donantes internacionales—principalmente en la UE—también han anunciado recortes sustanciales en sus presupuestos de ayuda, lo que podría provocar aún más muertes adicionales en los próximos años,” añade Caterina Monti, investigadora predoctoral en ISGlobal y coautora del estudio.
Más allá del apoyo directo a la atención sanitaria, los autores destacan la importancia de los programas financiados por USAID para mejorar la educación, la seguridad alimentaria, el acceso al agua potable y la resiliencia económica, elementos clave que configuran los determinantes sociales de la salud. La reducción de este apoyo podría socavar el desarrollo y la estabilidad a largo plazo en muchos países de ingresos bajos y medios.
“Los ciudadanos estadounidenses contribuyen con unos 17 céntimos al día a USAID, aproximadamente 64 dólares al año. Creo que la mayoría apoyaría mantener esta financiación si supieran lo eficaz que puede ser una contribución tan pequeña para salvar millones de vidas,” afirma James Macinko, coautor del estudio y profesor de la UCLA.
Este trabajo constituye el primer análisis integral que evalúa el impacto de la financiación total de USAID —incluyendo salud, nutrición, ayuda humanitaria, desarrollo, educación y otros sectores— sobre las tasas de mortalidad en países de ingresos bajos y medios durante las últimas dos décadas.
Los autores enfatizan que las proyecciones reflejan el escenario más probable según los datos y decisiones políticas actuales, pero que los resultados futuros dependerán de la respuesta de gobiernos e instituciones.
Referencia:
Daniella Medeiros Cavalcanti et al. “Evaluating the impact of two decades of USAID interventions and projecting the effects of defunding on mortality up to 2030: a retrospective impact evaluation and forecasting analysis”. The Lancet (2025).