La enfermedad de Chagas está causada por un parásito que puede vivir en el organismo humano, sin mostrar síntomas, durante 15 o 30 años. Pero un 30% de las personas infectadas acaba desarrollando el mal. Un equipo de científicos granadinos ha comprobado la relación entre una variante genética y el aumento en la producción de proteínas que ayudan a eliminar el parásito causante de la infección. Los expertos buscan así herramientas que determinen la predisposición a padecer esta enfermedad.
Chagas es una enfermedad infecciosa causada por un parásito, Trypanosoma cruzi, que se transmite al ser humano con la picadura de un insecto similar a una chinche. Al picar, se llena de sangre al tiempo que defeca. Estas heces son las que contienen al parásito y las que pasan al organismo a través de la herida causada por el insecto.
Según los expertos, una de las consecuencias de este mal es la aparición de complicaciones crónicas, como la cardiomiopatía crónica chagástica, que afecta al tejido cardíaco, o el megacolon, donde el aparato digestivo resulta dañado, décadas después de la infección inicial.
“El principal problema que presenta Chagas es que el parásito puede vivir en el organismo humano, sin mostrar síntomas, durante 15 o 30 años. Transcurrido este tiempo pueden aparecer estas complicaciones que afectan a la calidad de vida del paciente, causando en muchos casos la muerte. Se estima que un 30% de las personas infectadas, las desarrolla”, explica el primer autor del estudio, Daniel León, miembro del equipo del investigador Javier Martín en el Instituto ‘López-Neyra’ de Granada.
En un nuevo estudio, publicado en Plos Neglected Tropical Diseases, los investigadores del Instituto de Parasitología y Biomedicina ‘López-Neyra’ (CSIC), de Granada, han demostrado la influencia de los factores genéticos en la predisposición a desarrollar el mal de Chagas.
Los expertos han relacionado una variante de un gen del sistema inmunológico con la producción de un tipo de proteínas que ayudan a controlar al parásito que desencadena esta enfermedad. Para los investigadores, este trabajo abre nuevas vías para entender mejor el origen de la enfermedad y promover el desarrollo de terapias más eficientes.
Gen ‘defensivo’
Entre los factores que los expertos barajan para explicar tanto la susceptibilidad a la infección como la aparición de enfermedades crónicas, destaca la predisposición genética. En este sentido, los científicos granadinos confirman la influencia de un gen, IL-18, en la infección de Chagas. “Este gen está implicado en la primera respuesta defensiva que el organismo ofrece al parásito. Codifica o produce una proteína que ayuda al sistema inmunológico a eliminar el invasor y acabar con la infección”, indica León.
Los expertos han comprobado que una de las formas de este gen, o alelo, produce más cantidad de esa proteína ‘defensiva’. “Un alelo puede aportar susceptibilidad o protección ante la enfermedad. En nuestro estudio, la variante genética de IL-18 está asociada a protección. Basado en resultados previos, se cree que los individuos con este alelo generan más proteína que los que no lo tienen en las etapas iniciales de la infección. De esta forma, se puede evitar que el parásito desarrolle la enfermedad”, prosigue el investigador.
El primer autor del estudio, Daniel León, en el laboratorio. / Fundación Descubre
Para obtener estos resultados, los investigadores realizaron un estudio genético a 1.172 pacientes, procedentes de una región endémica de Colombia donde la enfermedad afecta de forma permanente.
Los participantes se dividieron en dos grupos. Por un lado, los seropositivos, es decir, aquellos que habían generado anticuerpos contra Chagas. Dentro de estos, unos 400 sufrían cardiomiopatía crónica y, el resto, unos 175, eran pacientes asintomáticos o sin síntomas de la enfermedad. El segundo grupo estaba integrado por personas seronegativas o sin anticuerpos, bien porque no estaban infectadas o porque no los habían desarrollado.
Comparación genética
Los expertos compararon el material genético de ambos colectivos con el objetivo de relacionar los alelos de cada uno con las distintas características de los pacientes. De esta forma comprobaron cómo una variante del gen IL-18 aparecía en la mayoría de personas seronegativas o grupo control. “Esto sugiere que la variante está asociada a protección contra la infección del parásito Trypanosoma cruzi”, explica el autor de este estudio, financiado por el departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación del Gobierno de Colombia.
Por otra parte, para comprobar la relación entre el gen y la aparición de cardiomiopatía, se compararon los alelos entre los pacientes seropositivos sin síntomas y los que sí habían desarrollado la enfermedad del corazón. “No encontramos diferencias significativas entre ambos grupos lo que indica que este gen, aparentemente, no está implicado en el desarrollo de complicaciones crónicas”, asevera el experto.
A partir de estos resultados, los investigadores abren nuevas vías para entender mejor el origen de la enfermedad y establecer un control más eficaz sobre ella. “El conocimiento de los genes que participan en el desarrollo de la enfermedad nos permitirá, en un futuro, crear biomarcadores para determinar o valorar, mediante el material genético, el riesgo de una persona a padecer el mal de Chagas o la cardiomiopatía”, concluye el científico.
Referencia bibliográfica:
Daniel A. León Rodríguez; F. David Carmona; Luis Eduardo Echeverría; Clara Isabel González; Javier Martín. ‘IL18 gene variants influence the susceptibility to Chagas disease’. Plos Neglected Tropical Diseases (2016). http://dx.doi.org/10.1371/journal.pntd.0004583