El riesgo sísmico no depende solo del temblor en sí, sino también de la resistencia de los edificios y de las características sociales de su población. Un equipo español de científicos propone una nueva manera de calcular este riesgo desde una perspectiva que integra aspectos como la fragilidad social y la capacidad de recuperación colectiva.
“Ante la posibilidad de un terremoto, hasta ahora solo se evaluaba el riesgo físico de una ciudad, es decir, la afectación de sus edificios e infraestructuras y la cantidad de gente que los habita”, explica a SINC Liliana Carreño, investigadora de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Su equipo propone un nuevo método que evalúa el riesgo sísmico de las zonas urbanas de manera integral, teniendo en cuenta las fortalezas y debilidades sociales y la gobernabilidad de la ciudad.
El sistema de Carreño y su equipo considera valores como “la tasa de delincuencia, la existencia de áreas marginales, el número de camas hospitalarias, la formación del personal de rescate, etc. como factores de fragilidad y capacidad social”, explican. “La nueva metodología enriquece la evaluación de las pérdidas futuras porque tiene en cuenta las condiciones sociales de la población expuesta, que antes era tratada solo como un número”, aclara Carreño.
El nuevo enfoque, que ha publicado la revista Bulletin of Earthquake Engineering, tiene otro valor añadido: utiliza una técnica basada en la ‘teoría de conjuntos difusos’, que permite utilizar información cualitativa obtenida de la opinión de expertos cuando no se dispone de toda la información numérica necesaria.
Traducir opiniones a números
“Los métodos para calcular de forma integral el riesgo de una determinada zona urbana requieren de una gran cantidad de información que no siempre está disponible”, subraya la experta. Según Carreño, los especialistas en riesgo sísmico siempre han necesitado solucionar problemas complejos a partir de información imprecisa. “Ahora, podemos convertir variables lingüísticas como ‘mucho’, ‘poco’, ‘leve’, ‘severo’, ‘escaso’, ‘suficiente’ en un formalismo matemático para la medición”, señala la científica.
Para comprobar la validez del método, Carreño y su equipo lo han aplicado a las ciudades de Barcelona y Bogotá (Colombia). “La ciudad catalana es un buen modelo ya que su riesgo sísmico se ha estudiado durante más de 20 años”, afirma la científica. Sus resultados corroboran los niveles de peligro esperados: medio-alto para Bogotá y medio-bajo para Barcelona.
“En el caso de la ciudad española se ha podido evaluar el riesgo contando con muy buena información, pero lo importante de este nuevo método es que resulta especialmente útil cuando se quiere estudiar una urbe que no ha tenido la suerte de Barcelona y donde la información es deficiente”, concluye Carreño.
Referencia bibliográfica:
Carreño M.L.; Cardona O.D.; Barbat A.H. “New methodology for urban seismic risk assessment from a holistic perspective” Bull Earthquake Eng 10:547–565. 2012. DOI 10.1007/s10518-011-9302-2
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