Un equipo internacional dirigido por la Universidad de Arizona y con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha descubierto nuevas evidencias de que un tercio de la superficie de Marte estuvo cubierto de agua en el pasado. Los científicos han llegado a esta conclusión tras analizar los datos del espectrómetro de rayos gamma (GRS) que incorpora la sonda Mars Odissey.
“Hemos comparado los datos del GRS sobre potasio, torio e hierro por encima y por debajo de dos líneas de costa: una más antigua que delimita un gran océano que cubría un tercio del planeta y otra segunda línea más joven que marca la existencia de un océano interior menos extenso”, explica James M. Dohm, de la Universidad de Arizona y director de la investigación.
El GRS, operado desde el Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona, es capaz de detectar elementos enterrados hasta 35 centímetros bajo la superficie. Los investigadores han usado además datos del altímetro láser de la sonda Mars Global Surveyor para obtener mapas topográficos de la superficie marciana.
Los datos mostraron que las zonas más ricas en potasio, torio y hierro se sitúan por debajo de estas líneas de costa paleoceánicas, lo que sugiere que el agua de la superficie de Marte disolvió, transportó y concentró estos elementos en el pasado. “Nuestra investigación nos lleva a plantearnos si la razón de que veamos mayor concentración de estos elementos por debajo de las antiguas líneas de costa es que el agua y las rocas que los contenían fueron arrastrados desde las tierras altas a las bajas, donde se habrían asentado en forma de grandes cuerpos de agua”, explica Dohm.
Los resultados de la investigación han sido publicados en una edición especial de Planetary and Space Science. En ella han participado diversas instituciones de Estados Unidos, Canadá, Italia, España y Corea del Sur.
Determinación de las líneas de costa
La participación del CSIC en la investigación se ha centrado en la delimitación de las líneas de costa que marcan los límites de los océanos marcianos. “Estas líneas se dibujan en función de cambios de pendiente, diferencias en la textura de materiales o rasgos erosivos que suelen ser muy difíciles de interpretar, porque ha pasado mucho tiempo y porque son muy diferentes a las líneas de costa terrestres” explica el geólogo del CSIC Javier Ruiz Pérez, del Centro de Biología Molecular (centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid).
En la Tierra, las líneas de costa son el resultado directo del oleaje y las mareas provocadas por la atracción de la Luna, pero Marte no tiene ningún satélite relevante y no está claro cómo pudieron ser sus antiguos vientos. Además, los mares y lagos de Marte muy probablemente estuvieron cubiertos de hielo, lo que impedía la acción de las olas.
Las primeras líneas de costa marcianas fueron propuestas a finales de los 80 por Timothy Parker, del Jet Propulssion Laboratory de Pasadena. Se trataba de tres líneas a diferentes niveles topográficos, lo que correspondía a océanos cada vez menos profundos y más bajos, en lo que suponía una progresiva desaparición del agua de Marte, quizá por evaporación a la atmósfera debido a la baja gravedad. El trabajo de Ruiz ha consistido en revisar y corregir los trabajos originales de Parker, separando y reagrupando datos y obteniendo las dos líneas paleocosteras usadas en este trabajo.
La primera línea, más extensa y antigua, evidencia la existencia de un océano veinte veces mayor que el Mediterráneo y que cubría un tercio de la superficie marciana. La segunda línea, interior y más joven, corresponde a un océano más pequeño, sólo diez veces mayor que el Mediterráneo – más o menos del tamaño de Norteamérica. “La primera línea representaría el límite más alto del océano, mientras que la segunda se refiere a un océano posterior o más bajo, quizá el mismo océano que se secó progresivamente”, explica Ruiz.
Un debate con veinte años
Esta investigación añade nuevos datos claves a la discusión de la existencia de océanos en Marte, que cuenta con partidarios y detractores. “En cualquier caso, la existencia de antiguos océanos no indica un Marte primitivo similar a la Tierra pero sí que al menos durante ciertos periodos se dieron las condiciones para acumular grandes cuerpos de agua en las zonas más bajas del planeta”, apunta Ruiz.
El debate científico sobre la posible existencia de océanos en Marte comenzó hace casi 20 años. Uno de los primeros estudios, liderado por Víctor Baker de la Universidad de Arizona (uno de los coautores de la presente investigación), proponía que hace algunos miles de millones de años grandes erupciones volcánicas desencadenaron flujos de agua -mayores que el caudal del Amazonas- que se asentaron en las tierras bajas del norte marciano formando mares y lagos. Estas grandes masas de agua habrían provocado condiciones climáticas más cálidas y húmedas que se mantuvieron durante decenas de miles de años.
Las primeras imágenes de las sondas espaciales, como las de la Mariner 9 en los primeros 70 o los orbitadores y módulos de descenso Viking a finales de la misma década, mostraron numerosas evidencias de la existencia de agua en el pasado marciano. En la última década, las flotillas de orbitadores enviadas por Estados Unidos y Europa han aportado nuevos detalles que vienen a corroborar esta impresión. Los resultados de la Mars Global Surveyor, Mars Odissey, Mars Express y Mars Reconnaissance Orbiter han mostrado un paisaje marciano esculpido por el agua y el hielo.