Investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, ultiman el desarrollo de una metodología para buceadores de muy diferente nivel de formación, basada en técnicas sencillas de toma de imágenes submarinas y análisis de las mismas, para detectar alteraciones en el medio marino y crear en el futuro redes de vigilancia y seguimiento ambiental en las costas españolas.
"El principal objetivo es conseguir que la sociedad también participe en los estudios científicos poniendo a su disposición una herramienta clara y sencilla de utilizar, totalmente participativa, mediante la cual cualquier aficionado al buceo pueda dar la voz de alarma tan pronto detecte alguna anomalía en el mundo submarino”, informa José Carlos García-Gómez, catedrático de Biología Marina de la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla, y académico de la International Academy of Underwater Sciences and Techniques y Vicepresidente de la Fundación Migres. Con esta información los expertos se encargarán posteriormente de diagnosticar el problema y comunicarlo a la autoridad competente en cada caso.
En 2007, los investigadores de Universidad de Sevilla publicaron el libro “Biota litoral y vigilancia ambiental en las Áreas Marinas Protegidas”, manual de buceo ambiental de pistas y pautas para detectar alteraciones ambientales en el medio marino, orientado a buceadores deportivos, científicos y profesionales. El siguiente paso, tras la consolidación de esta herramienta, será el ensayo directo con clubes de buceo en el que aficionados “no científicos” pongan de relieve las fortalezas y debilidades del método. Se promoverá así la primera red de vigilancia del estado ambiental de costas españolas, poniendo especial énfasis en especies bioindicadoras que pueden proveer de información ambiental fiable.
Debido a la inmensidad del espacio acuático, estos expertos se centran en la observación de especies del fondo marino que viven fijas al sustrato adosadas a rocas o sobre otros organismos del fondo marino “ya que al no poder desplazarse en su estado adulto pueden ser muy buenos indicadores medioambientales, a la vez que centinelas permanentes de su entorno”, destaca García-Gómez.
Analizar imágenes submarinas
A través del buceo científico se obtienen métodos de análisis de muestras de forma no invasiva: primero se toma la fotografía y luego se estudia la imagen en el ordenador sin alterar el medio natural. La metodología a ultimar permitirá distinguir en las imágenes situaciones normales de las que no lo son.
El aficionado a este deporte aprende, además de interactuar con el medio marino y entrar en contacto con el ecosistema, a descubrir si se están introduciendo especies invasoras, si ha evolucionado o no positivamente el medio, o si hay contaminación ya que los animales ejercen de espejo de las situaciones de cambio. Entre otros aspectos metodológicos que deberá controlar, tendrá que fotografiar un punto concreto de la zona rocosa y monitorizarlo en el tiempo a los efectos de apreciar cambios significativos en el medio.
“Es una línea de investigación muy motivadora para gente no científica e incluso para personas con formación académica limitada pero que se preocupa por la conservación medioambiental. Además de hacer partícipe a la sociedad en los conocimientos científicos más complejos estimula a los aficionados del buceo a practicar este deporte de forma diferente”, destaca el investigador quien enfatiza en que la mayor parte de “los ojos humanos” que pueden observar el mar bajo su superficie, se impliquen en la conservación marina, pues "son muy pocos los científicos que se sumergen".
Los estudios preliminares a esta iniciativa han sido premiados recientemente, junto a otros méritos relevantes, con el Golden Trident 2011 a la Investigación Científica Submarina concedido por la International Academy of Underwater Sciencies and Techniques.