Icono pop de la ciencia, padre de la física moderna y ‘la persona del siglo’ según la revista Time. Son numerosos los clichés para referirse a Albert Einstein, pero pocos saben que un año después de abandonar su país a finales de 1932 impulsó en EEUU la creación de una rama de la Asociación Internacional de Socorro. Su motivación: apoyar a los europeos a escapar, como él, del nazismo.
Hoy cumple cien años desde su presentación en Berlín la teoría general de la relatividad de Albert Einstein, una de las piedras angulares de la física moderna. Sin embargo, el papel intelectual de Einstein en la historia no se limitó a sus logros científicos. Humanista, pensador y defensor del pacifismo, consiguió que en 1933 se fundara una institución para ayudar a los opositores de Adolf Hitler a escapar de su país: el Comité Internacional de Rescate (IRC).
En el verano de ese año, un comité de 51 destacados estadounidenses se reunía en Nueva York, a petición del físico de origen alemán. Entre ellos había artistas, miembros del clero e intelectuales como el filósofo John Dewey, el escritor John Dos Passos y el teólogo Reinhold Niebuhr.
The New York Times publicaba la noticia del nacimiento de la nueva organización humanitaria el 24 de julio de 1933. “Se están solicitando los fondos para enviar al alcalde Charles Hueber de Estrasburgo, en Alsacia (Francia), que es el tesorero de la organización europea de la Asociación Internacional de Socorro”, relataba el texto del periódico estadounidense.
El comité, germen del actual IRC, estableció sus oficinas en el 11 West 42nd Street de Nueva York, frente a Bryant Park, no muy lejos de la ubicación de su sede actual.
“Aunque gran parte del mundo recibió la toma del poder nazi con indiferencia o apatía, algunas personas permanecían atentas a lo que estaba sucediendo y la amenaza que representaba”, destacaba George Rupp, presidente hasta hace dos años del IRC.
Hoy, esta institución continúa desarrollando su labor en cuarenta países y ayuda a sobrevivir a millones de personas, a la vez que facilita que reconstruyan sus vidas.
Un firme defensor del pacifismo
Cuando estalló la I Guerra Mundial, Einstein era miembro del Academia Prusiana de las Ciencias y catedrático sin obligaciones docentes en Berlín. En ese entorno, 93 intelectuales alemanes presentaron un manifiesto denominado Llamamiento al mundo civilizado, el 4 de octubre de 1914, defendiendo las razones de Alemania para entrar en la guerra. Como réplica, el fisiólogo pacifista Georg Friedrich Nicolai publicaría otro texto (Un manifiesto a los europeos) al que tan solo se adhirieron tres personas. Entre ellas se encontraba Einstein.
“Por aquel entonces, ser pacifista no entrañaba ningún riesgo. El físico alemán fue un individuo con afinidades socialistas, que pronto se manifestó como defensor de la causa judía o por lo menos favorecedor del sionismo”, apunta a Sinc José Manuel Sánchez Ron, historiador de la ciencia, académico de la Real Academia Española y autor de la biografía sobre el físico Albert Einstein. Su vida, su obra y su mundo.
Sánchez Ron añade que, según sus escritos, en realidad lo hacía más por solidaridad, al ver la discriminación que muchos judíos sufrían en Alemania en la época, que por convicción política.
Abert Einstein con Jaim A. Weizmann durante su visita a Nueva York en 1921 / Wikipedia
En 1919 Einstein ya era un icono de la sociedad y en 1921 visitaba Nueva York para recaudar fondos y construir una universidad hebrea en Jerusalén, que existe en la actualidad y en la que están depositados sus manuscritos y derechos literarios por legado del propio físico. Hizo ese viaje con Jaim A. Weizmann, que sería después el primer presidente del Estado de Israel.
Cuando Hitler se hizo con el poder, el científico, en protesta, dimitió de la Academia Prusiana y fue extremadamente crítico con la situación. “Einstein es una de las grandes bestias en contra del nazismo. Cuando está en Europa, lo hace bajo la protección de los reyes de Bélgica y emigra a EE UU para no volver”, añade el académico de la RAE.
Además, al estallar la II Guerra Mundial, después del descubrimiento de la fisión del uranio, en agosto de 1939 Einstein firmó una carta dirigida al presidente Roosevelt alertándole del peligro de que se fabricaran bombas atómicas y de que pudieran hacerse en Alemania.
Siria, la gran tragedia humanitaria de nuestro tiempo
70 años después del fin de la segunda gran guerra, el mundo se enfrenta hoy a la mayor crisis de refugiados desde entonces. No sabemos lo que pensaría Einstein, pero sí lo que opinan quienes están en el terreno.
“Por el trabajo que llevé a cabo en los Balcanes en los 90, con refugiados y desplazados en Jordania e Irak entre 2006 y 2007, y por lo que comparten otros colegas que continúan haciendo trabajo directo, creo que la coyuntura actual es más difícil para estas personas”, declara a Sinc Araceli García del Soto, del Instituto de Asuntos Humanitarios (IIHA) de la Universidad de Fordham en Nueva York y exdirectora de Iniciativas de Refugiados en el Solomon Asch Center, de la Universidad de Pensilvania (EE UU).
Según la experta, las políticas de acogida son mucho más restrictivas después del 11 de septiembre y los atentados en Madrid, Londres y París. “Creo que la cultura política del ciudadano medio esta permeada por el miedo y la confusión. Esto se debe tanto al desconocimiento de lo que ocurre en los conflictos y su impacto en las personas, como a la falta de memoria de nuestras propias ‘migraciones forzosas’ y a la influencia de algunos medios y grupos políticos”, asevera García del Soto.
El desplazamiento masivo motivado por las guerras y las persecuciones se ha convertido en una cruel realidad del mundo actual, donde unos 60 millones de personas se encuentran en este contexto a escala global.
“Cualquiera de nosotros podría encontrarse en esta situación. Es muy importante que la gente que se ha visto obligada a huir de sus hogares pueda encontrar refugios seguros y obtener la ayuda y la protección que necesitan”, subraya a Sinc Adrian Edwards, director de comunicación del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
La mayor tragedia humanitaria de nuestro tiempo ha provocado que casi la mitad de la población de Siria haya tenido que huir de sus hogares, contando con más de 4 millones de refugiados en los países vecinos.
“Estos países de acogida –como Líbano y Jordania– han sido generosos, pero se están resintiendo por la tensión de acoger a tantos refugiados. Necesitan la solidaridad de los estados de todo el mundo para ayudar a compartir la carga”, añade Ariane Rummery, portavoz de los asuntos relativos a Irak y Siria en ACNUR.
Ciencia para los refugiados
Desde la Comisión Europea ha surgido una nueva iniciativa dentro del proyecto EURAXESS orientada a ayudar a los investigadores refugiados a encontrar puestos de trabajo. “Es un ejemplo emocionante de cómo la comunidad científica de Europa puede estar abierta al mundo y cómo la Comisión puede aportar acciones concretas para mitigar la crisis actual”, afirmó en su lanzamiento Carlos Moedas, Comisario Europeo de Investigación, Ciencia e Innovación.
“Justo después de la puesta en marcha de Science4Refugees un gran número de instituciones ha apoyado la iniciativa y puesto en marcha sus ofertas de trabajo. Por otro lado, existe un desafío mucho mayor, que es ponerse en contacto con la comunidad investigadora que hay entre los refugiados. Solo se han registrado en el portal un pequeño número de currículos”, señalan fuentes de la Comisión consultadas por Sinc.
En España, la encargada de coordinar este proyecto es la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, que en la versión en castellano de la web detalla toda la información necesaria para solicitar u ofertar empleo en centros nacionales. Actualmente hay 13 instituciones españolas que respaldan Science4Refugees y han subido ofertas de empleo nueve de ellas, como las universidades de Alcalá, Granada, Lleida y Autónoma de Madrid.
Adrian Edwards, de ACNUR, recalca la idea que debe calar en todos los países que acogen a refugiados: "Necesitan seguridad y, si no tienen la oportunidad de volver a casa, también un futuro. No estar atrapados durante años bajo un techo de incertidumbre o en la pobreza. Eso significa que se les permita trabajar, que se garantice educación a los niños y que puedan formar parte de la sociedad, para vivir con un sentido, una esperanza y un propósito. No es más de que lo que todos desearíamos para nosotros mismos”.
Sin la ayuda a los refugiados, algunos prominentes científicos de nuestra era –incluido Einstein– no hubieran podido desarrollar su carrera investigadora. En esta galería de imágenes recogemos nueve casos de grandes pensadores que, debido a conflictos políticos y bélicos, tuvieron que abandonar su tierra y fueron acogidos por otros países.