Más de 500 millones de personas no tienen acceso a la electricidad en el continente africano, que hoy celebra su día en la Cumbre del Clima de Marrakech. África, la tierra más castigada por el calentamiento, muestra su liderazgo en la lucha climática y quiere iluminar su camino gracias a un desarrollo sostenible.
El continente africano es el que sufre los mayores impactos del calentamiento global. Su temperatura media ha aumentado al menos 0,5 ºC durante los últimos 100 años. Esto ha sido suficiente para cambiar los patrones de lluvias e incrementar los eventos extremos.
Las lluvias torrenciales que afectaron a Mozambique y Malawi entre diciembre de 2014 y enero de 2015 provocaron inundaciones que se llevaron más de 500 vidas humanas, lo que sitúa a ambos países entre los más afectados por el cambio climático en 2015. En total, cuatro países africanos están entre los diez primeros de esta macabra lista, según anunciaba recientemente un informe sobre riesgos climáticos de Germanwatch.
Si las emisiones de dióxido de carbono no se cortan ya, la temperatura media aumentará para 2050 más de 2 ºC respecto a los niveles preindustriales en África, según el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Pero prácticamente todas estas emisiones han sido producidas por los países desarrollados, con China y EE UU a la cabeza.
“El mundo tiene una deuda con África. 36 países son los más afectados”, dijo ayer en el plenario François Hollande, presidente de Francia. Por eso, el país se ha comprometido a aportar financiación con la UE, China, India y Arabia Saudí para ayudar a sacar a África de la oscuridad en la que están inmersos uno de cada dos africanos.
En la COP21 celebrada el pasado año en París, los países africanos mostraron una fuerte unidad y una voluntad por apostar por un crecimiento económico que les permita adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos. Durante las negociaciones se aprobó la African Renewable Energy Initiative para impulsar las energías renovables con el compromiso de aportar 10 GW adicionales de energía para 2020. Pero el proyecto recibió muchas críticas por la falta de financiación.
“Hay que romper estereotipos. África va a conseguirlo. Ya es hora de poner fin a las ideas preconcebidas. África tiene habilidades y países que saben lo que quieren”, ha subrayado Salaheddine Mezouar, presidente de la COP22 y ministro de asuntos exteriores y de cooperación de Marruecos en la inauguración del Día de África en la COP22, en la que han estado presentes varios presidentes y ministros de estados africanos.
Para Alpha Condé, presidente de Guinea y coordinador del plan de electrización de África, la energía lo es todo. “África habla con una sola voz, y por eso los socios se están comprometiendo con nosotros”, ha apuntado durante la conferencia. Ahora es cuestión de financiación y ya están surgiendo proyectos.
A pocos kilómetros del lugar donde se celebra la Cumbre del Clima en Marrakech, en Uarzazate, Marruecos ya ha inaugurado la mayor planta termosolar del mundo, que tendrá capacidad de 160 megavatios. El país tiene un ambicioso plan de renovables. Para 2030 aspira a proveerse en un 52% del total de su consumo con energías limpias. “2017 va a ser el año del cambio y el impulso para Marruecos”, ha manifestado el presidente de la COP22.
En esta cumbre todos los países africanos coinciden en que la cooperación y la financiación son claves para lograrlo. “África va a electrizarse al menor coste, por eso tiene que privilegiar las energías renovables. Pero se tiene que hacer con mecanismos de financiación claros”, ha añadido Mezouar.
El continente ya está priorizando la lucha contra el cambio climático para el crecimiento de su economía, y pretende acelerar el uso de su capacidad energética. De hecho, seis de los diez países con un crecimiento económico más rápido están en el continente.
“África no puede desarrollarse porque está en la oscuridad. No tener acceso a la electricidad nos ha hecho estar a la cola, pero ahora tenemos una oportunidad con las renovables”, ha explicado Akinwumi Adesina, presidente del Banco Africano para el Desarrollo.
Adesina pretende que en diez años toda la población africana tenga corriente eléctrica en sus hogares. “Hay que actuar rápido”, ha recalcado. El aporte económico de 12.000 millones de dólares en los próximos años con el apoyo del sector privado son esenciales.
A la falta de recursos energéticos se une la pobreza y la inseguridad alimentaria en un continente muy dependiente de la agricultura. Las sequías que están sufriendo impiden su desarrollo a pesar de que los niveles de hambruna han disminuido un 31% desde los años 1990.
En Kenia, el cambio climático ha provocado graves sequías que obligan a los pastores a viajar lejos para alimentar a sus vacas. Esta presión ha intensificado la competencia por los recursos y la violencia entre grupos locales como los pueblos Samburu y Turkana. Imagen: Africa Progress Panel
En la COP22, varias iniciativas como Adaptation of African Agriculture (AAA), Global Framework on Water Scarcity y Milan Urban Food Policy Pact se han presentado hoy para proporcionar asistencia a los pequeños agricultores para que ellos mismos construyan sus capacidades de adaptación, ayudar a las personas a hacer frente a los impactos y apoyar a los países en sus compromisos climáticos.
Según el informe del Banco Mundial presentado esta semana, el sistema de protección social de Kenia ya estaba proporcionando recursos adicionales a los agricultores más vulnerables antes de la sequía que sufrió el país en 2015 para ayudarles a prepararse ante los efectos del cambio climático y a mitigarlos.