Días de música, diversión y buen tiempo (casi siempre). Bajo estas premisas miles de personas asisten a la multitud de festivales que tienen lugar cada verano a lo largo del territorio español. Como en cualquier aglomeración de gente, hay riesgos para la salud a tener en cuenta. Nada grave si se posee la inmunización necesaria y cierto sentido común. Así que prepárense para disfrutar, en Sinc nos vamos de festival.
Aunque parece que el boom de los encuentros musicales en España empieza a decaer, lo cierto es que entre los meses de junio y septiembre son más de 80 los festivales que durante varios días incluyen conciertos y ocio de diversa índole en enclaves estratégicos.
Los macrofestivales al aire libre atraen cada año a miles de aficionados a la música. Pero en circunstancias recreativas, pocos piensan sobre las posibles implicaciones sanitarias. Estos encuentros comparten los riesgos asociados con las grandes concentraciones de masas, incluyendo el peligro de brotes y la transmisión de enfermedades contagiosas.
Según José Manuel Piñero, director del Low Festival –que tendrá lugar en Benidorm entre el 29 y el 31 de julio–, “la prevención de posibles incidentes se realiza a través de un plan de autoprotección, que incluye análisis de riesgos y evaluación de medidas preventivas y reactivas, además de la comunicación a las autoridades competentes de la celebración”.
Pero cuando se espera la asistencia de miles de personas al día, hay que estar preparado para todo. En marzo de 2013, la revista Eurosurveillance, publicada por el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC), recopilaba varios artículos sobre diferentes brotes asociados a los grandes festivales al aire libre –incluyendo de música– desde 1980 hasta 2012.
El trabajo, llevado a cabo por Elisabeth Botelho-Nevers y Philippe Gautret, ambos de la Universidad de Aix-Marsella (Francia), sostiene que estos encuentros tienen a su vez características específicas –suministro de alimentos en el lugar, corta media de edad de los participantes, motivaciones de recreo y potencial consumo excesivo de alcohol y drogas–, lo que puede aumentar notablemente el riesgo de infecciones.
Para los autores, “una característica de los macrofestivales al aire libre, incluyendo los eventos musicales, sería que no siempre están organizados y gestionados por profesionales, implicando a voluntarios sin experiencia como miembros del personal”.
No ocurre esto en España. “Se atiende todo tipo de urgencias”, añade Piñero. “Por supuesto, el personal y la empresa prestataria del servicio poseen todas las cualificaciones profesionales y administrativas requeridas. Además, al final se elaboran informes que reflejan las asistencias realizadas desde el montaje del festival”.
Lo mismo cuenta Ángel Berlanas, director de seguridad del FIB, que tuvo lugar la semana pasada en Benicasim con la asistencia de más de 40.000 espectadores diarios: “En momentos de máxima afluencia al espacio se cuenta con 5 médicos, 16 enfermeros, 15 técnicos sanitarios, 4 soportes vitales básicos (SVB), 2 soportes vitales avanzados (SVA) y botiquines”.
La mayoría de los grandes festivales internacionales de música que se dan cita cada año están en Europa: Glastonbury (Reino Unido), Roskilde (Dinamarca), Rock Werchter (Bélgica), T in the Park (Escocia), Exit (Serbia), Reading-Leads Festival (Reino Unido) o Sziget (Hungría). Suelen desarrollarse durante tres a cuatro días, alcanzando los mayores una asistencia diaria de más de 150.000 personas por día.
Ante la expectativa de reunir en un recinto a tal número de personas, la gestión de posibles emergencias se plantea como una necesidad para que la salud pública no se vea comprometida. Así lo hacen en el Bilbao BBK Live, otro de los grandes encuentros musicales del verano.
“La manera de prevenir los posibles incidentes parte siempre desde la responsabilidad y educación de las personas que asisten al evento. Pero cuando no se pueden evitar, hay que conocer los protocolos y llevarlos a cabo en todo momento”, explica Javier Magdaleno, responsable del Grupo Ambuibérica en el País Vasco.
Cómo actuar ante un incidente
Los expertos subrayan que, si ocurre algún inconveniente con gran concentración de gente, hay que mantener la calma y valorar cada situación, para ver en qué condición se encuentra el paciente y realizar una clasificación según la gravedad.
“Las urgencias que se atienden suelen ser caídas con esguinces en tobillos, cortes o heridas que pueden requerir sutura, golpes de calor, lipotimias y muchas atenciones por intoxicaciones de alcohol”, aclara Magdaleno. “Si las temperaturas son elevadas, se recuerda a los espectadores que se hidraten en todo momento, usen crema, etc.”, añade.
En los golpes de calor, habituales en esta época del año, hay que llevar al paciente a un lugar fresco y ventilado para comenzar con la atención. En primer lugar, se debe bajar la temperatura del cuerpo –con hielo o con un baño de agua fría, nunca administrando medicamentos antifebriles–. Si esto no fuese suficiente, derivar al centro hospitalario más cercano.
El alcohol es la droga que provoca el mayor número de atenciones sanitarias en grandes festivales. “Ante intoxicaciones por alcohol, hay que valorar la situación del paciente tomando sus constantes e intentando recopilar información por si ha llegado a tomar alguna otra droga”, aclara el experto.
Si tras la valoración, el paciente se encuentra ebrio pero estable, se le mantiene en observación hasta su recuperación. En el caso de que la ingesta de alcohol llegue al coma etílico, es trasladado rápidamente al centro hospitalario más cercano para una mejor atención.
¿Y ante la sospecha de enfermedades contagiosas? “Cuando un paciente acude al puesto sanitario, hay que atender y valorar los síntomas ya que posiblemente acuda más gente. Se debe contactar con el centro coordinador de emergencias y que nos indiquen cómo actuar y si hay que derivar a los pacientes al centro hospitalario más cercano”, declara Magdaleno.
Una media del 1,5% de los asistentes a macrofestivales requiere asistencia sanitaria. / EFE
Impactos en la atención sanitaria
Los brotes y patologías infecciosas que tienen lugar durante las fiestas al aire libre a gran escala se clasifican normalmente en tres categorías: enfermedades gastrointestinales, infecciones respiratorias y enfermedades transmitidas por la sangre y de transmisión sexual.
Tal y como sostiene el estudio publicado en Eurosurveillance, una media del 1,5% de los asistentes a los festivales de música busca atención médica durante estos encuentros, y la tasa más alta registrada desde 1980 hasta 2012 fue del 10%.
Claro está, en el caso de que se produzcan incidentes, esto podría suponer un desafío para los organismos de salud locales, como ocurrió en el festival Oxegen (Irlanda) en 2004, que contó con 80.000 asistentes durante más de tres días. Durante este tiempo hubo un aumento del 45% en las admisiones al servicio de urgencias del Hospital General Nass, principalmente con traumatismo (el 47% de ellos había consumido alcohol o drogas).
En cuanto a las enfermedades gastrointestinales, en los más de 30 años analizados se sucedieron un total de 10 brotes por Cryptosporium parvum, Campylobacter, Escherichia coli, Salmonella enterica, Shigella sonnei, Staphylococcus aureus, virus de hepatitis A y norovirus (cinco de ellos vinculados exclusivamente a festivales de música).
En general, la incidencia estimada por cada 100.000 asistentes varió desde 9 a más de 55.000. En algunos brotes, la tasa de propagación alcanzó a cerca del 50% de los asistentes, como en los brotes de Shigella o de gastroenteritis causada por norovirus. Aquí los expertos sospechan de fallos en la higiene de las manos entre los manipuladores de alimentos como causa de la diseminación del agente infeccioso.
Uno de los casos más mediáticos fue un brote de Escherichia coli O157 durante el festival de música de Glastonbury (con una asistencia media de 175.000 personas al día). En esta ocasión se relacionó con lodo contaminado por ganado infectado. La fuerte lluvia había convertido el lugar en un pantano, y se comprobó que los asistentes tenían altos niveles de lodo contaminado en manos y caras.
En España, 1.435 personas sufrieron gastroenteritis por Salmonella entérica (117 de ellos tuvieron que ser hospitalizados) durante las celebraciones del Festival de San Juan en Cataluña, en 2002. La causa pareció estar detrás de unos pasteles con crema de vainilla y una sobrecarga en la capacidad de producción de alimentos.
Gripe y enfermedades de transmisión sexual
Durante los macrofestivales al aire libre, las infecciones respiratorias pueden ser fácilmente transmitidas debido a las condiciones de hacinamiento. Desde 1980 hasta 2012 se registraron nueve casos, con una incidencia por cada 100.000 asistentes que varió de dos a más de 420 durante los brotes incluidos en la revisión.
A lo largo de 2009, casos de gripe A(H1N1)pdm09 se registraron en tres de los seis mayores festivales de música (más de 100.000 asistentes acumulados) en Europa: Rock Werchter (Bélgica), Sziget Festival (Hungría), y Festival Exit (Serbia).
Pero no solo ha ocurrido en festivales de música. En 2010 se identificaron 13 casos de sarampión entre los no vacunados de entre 9 y 32 años en 11 distritos en Alemania. Todos ellos habían asistido a reuniones religiosas en Taizé, Francia. Para los autores, al igual que el caso español, “esto ilustra el riesgo de propagación a larga distancia de las enfermedades infecciosas en festivales al aire libre de diversa índole”.
Al tener en cuenta el riesgo de transmisión de infecciones sexuales durante los festivales de música, hay que dejar claro que esta consideración es ‘principalmente especulativa’, ya que se trata de un riesgo difícil de evaluar. Además, algunas de estas infecciones tienen períodos de incubación largos, por lo que es complicado relacionarlo con el evento.
“A pesar de la falta de pruebas sobre la transmisión de estas enfermedades en los festivales, el consumo de drogas y alcohol durante los festivales de música se presupone alta y puede dar lugar a comportamientos de alto riesgo, como encuentros sexuales sin protección”, subraya el equipo de expertos liderado por Botelho-Nevers y Gautret.
Así, durante las ediciones de 2005 y 2008 del Big Day Out, uno de los mayores festivales de música en Australia, el 43% de los participantes sexualmente activos reportó no usar condón, debido al consumo de alcohol.
Sentido común e inmunización
Algo que ha cambiado en los últimos años es el uso de redes sociales como Twitter o Facebook. Para los autores, estas pueden ayudar con la vigilancia activa (personas que reportan problemas de salud durante un festival) y pasiva (análisis de tweets etiquetados geográficamente). “El uso de smartphones facilita la disponibilidad de información en tiempo real en cualquier momento y puede ser útil”, afirman Botelho-Nevers y Gautret.
El estudio llevado a cabo por estos investigadores concluye que la presencia de personal médico en el lugar ha demostrado ser ‘rentable’ para mejorar el manejo médico de las lesiones y otros problemas de salud, como infecciones.
Por último, la inmunización adecuada de las personas que participan en estos macrofestivales, el asesoramiento específico sobre higiene de los alimentos y las manos, el manejo de la tos, y el uso de preservativos deberían ser medidas preventivas tenidas en cuenta, aunque su eficacia en este contexto no ha sido establecida.
La oferta de encuentros musicales en esta época del año –tanto en España como fuera del país– es extensa. Si les parece, preparen su equipaje y aprovechen hasta que la burbuja de los festivales se desinfle.