Soplan vientos débiles para los molinos de mar

La energía eólica terrestre abasteció un 16% del total de la demanda eléctrica española de 2010. Los parques marinos aumentarían la producción energética en España, pero por ahora sólo existen proyectos que avanzan con lentitud. Los expertos esperan que el futuro Plan de Energías Renovables (PER) 2011-2020 del Gobierno impulse de forma definitiva la instalación de estos molinos de mar.

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Aerogenerador en aguas danesas. Foto: AEE.

“Con una dependencia energética del 80% en España, el camino de la independencia en este sector debería ser estratégico e incluso de seguridad nacional”, explica a SINC Andrés Elías Feijóo, investigador del departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Vigo.

Según datos provisionales de Red Eléctrica, las instalaciones eólicas aportaron cerca de un 16% del total de la demanda eléctrica de 2010, al transformar la fuerza del viento en energía eléctrica con sus aerogeneradores de grandes aspas. Pero no es suficiente.

Junto a estos ‘gigantes’ molinos terrestres, diversos proyectos de instalaciones de energía eólica en el mar se han planteado, pero aún sin materializarse. “No hemos conseguido ningún avance”, se lamenta a SINC José Luis García, responsable de Proyectos de Energía de Greenpeace España.

Aunque es cuestión de tiempo. “El despliegue de la eólica marina en España empezará con el desarrollo de proyectos experimentales, que podrían estar operativos antes de 2015”, indica a SINC Emilien Simonot, ingeniero del departamento Técnico de la Asociación Empresarial Eólica (AEE).

A pesar de los 5.000 kilómetros de costa de España, parte del litoral alcanza gran profundidad a pocos metros de la costa lo que limita la ubicación de estas instalaciones con cimientos fijos. No obstante, existe la posibilidad de introducir cimentaciones flotantes en aguas profundas a medio plazo.

¿Dónde se ubicará el primer parque marino?

Tarragona, y las zonas de Ubiarco y Santoña (Cantabria) “parecen ser las más avanzadas para la instalación del primer parque eólico marino español”, adelanta Simonot. Estas áreas cuentan ya con ubicaciones de cimentaciones fijas y con posiciones flotantes. En Cantabria, además, se han desarrollado los primeros prototipos de estructuras que flotan.

Por otra parte, investigadores españoles han desarrollado, en un estudio publicado recientemente en Renewable and Sustainable Energy Reviews, un nuevo atlas, pionero para estudiar este tipo de instalaciones en las islas Canarias.

“Como en el resto de comunidades, existe un conocimiento escaso del potencial eólico marino porque los mapas se han elaborado en base a extrapolaciones de los datos terrestres”, explica a SINC Aday Carlos Martín Mederos, autor del estudio junto a Andrés Elías Feijóo, e investigador de Zona Eólica Canaria.

La nueva cartografía registra la velocidad del viento en magnitud y en dirección, y evalúa el potencial eólico a través de la estimación de horas de funcionamiento de este tipo de molinos. Las zonas este y oeste de Gran Canaria, el sureste de Tenerife y el noreste de La Gomera, son los lugares más adecuados para ubicar estas instalaciones.

Una vez realizados estudios como este atlas, el siguiente paso “debería ser la convocatoria de concursos para la reserva de la zona”, señala Simonot. En ese momento entrarían en juego las empresas.

Fabricantes españoles de aerogeneradores o empresas navales “ya trabajan en este mercado, gracias a la dinámica de los países del norte de Europa”, mantiene el ingeniero. En la actualidad, “las empresas están a la expectativa”, añade el responsable de Greenpeace.

Los expertos reclaman potenciar esta energía renovable en un contexto actual de crisis financiera y ahorro energético. Las ventajas son claras: crea empleo y dinamiza una amplia cadena de valor “que moviliza numerosos sectores de la economía, como el sector marino y la construcción naval”, sostiene Simonot.

A la espera del Plan de Energías Renovables

En 2009, el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino (MARM) y el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (MITYC) aprobaron el Estudio Estratégico Ambiental del Litoral, para definir las zonas de instalación de estos parques eólicos.

Las clasificaron como zonas aptas (como la cornisa cantábrica, la costa mediterránea, Baleares y Canarias), zonas aptas con condicionantes y zonas de exclusión. La selección de estos espacios se realizó en función del impacto ambiental de este tipo de instalaciones.

El Gobierno prepara ahora el Plan de Energías Renovables (PER) 2011-2020, en el que se incluirán los objetivos de esta energía. Para la formación del mapa energético en 2020, la evolución del consumo de energía en España, el alza de los precios del petróleo en relación a los de los ‘90 y la intensificación sustancial de los planes de ahorro y eficiencia energética han sido los puntos más valorados.

Según la AEE, el punto de partida para el objetivo a 2020 debería ser 5.000 megavatios (MW), con unas 3.000 horas de media de viento. De este modo, la energía eólica marina en España podría generar cerca de 15 teravatios por hora (TWh) en 2020.

EL MAPA EUROPEO

La energía eólica marina acumula en Europa una potencia de 2.946 MW en 45 parques eólicos, repartidos por nueve países. El Mar del Norte y el Báltico son los principales escenarios por su profundidad y por el marco regulatorio de Dinamarca, Reino Unido, Suecia, Holanda, Irlanda y Alemania. Según José Luis García, ya existe un acuerdo para establecer una red de energía marina en el Mar del Norte.

Con una amplia extensión costera, ¿podrá España llegar a liderar este sector en un futuro próximo? “Si hemos sido líderes en el desarrollo de la eólica en tierra, debemos mantener esta posición en la eólica marina, sobre todo en un momento complejo para nuestra industria”, asegura Simonot. Pero, “para que España lidere este campo, ya llegamos tarde”, concluye el responsable de Greenpeace.

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Referencia bibliográfica:

A.C. Martín Mederos, J.F. Medina Padrón y A.E. Feijoó Lorenzo. “An offshore wind atlas for the Canary Islands”. Renewable and Sustainable Energy Reviews. 15 (1), enero de 2011. Doi:10.1016/j.rser.2010.08.005.

Fuente: SINC
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