Un estudio con participación española ha desarrollado un sistema que, gracias a un nuevo método de cálculo, tarda solo 15 minutos en registrar las variaciones en la corteza terrestre y estimar dónde se va a producir la erupción de un volcán. El modelo ha sido probado ya con los datos del estallido del Etna (Italia) en 2008 y podría ayudar a la toma rápida de decisiones en situaciones de crisis.
El dióxido de carbono del que tanto se habla por el cambio climático no es el único gas de efecto invernadero que afecta al clima. El metano (CH4) es, después del CO2, el más abundante de la Tierra; sin embargo, es casi 30 veces más potente que este a la hora de atrapar calor en la atmósfera en un periodo de 100 años. El aumento de sus concentraciones en los últimos años y el hallazgo de nuevas fuentes de metano en el océano Ártico vuelven a ponerlo en el punto de mira.
Según varios estudios, encargados de recoger la temperatura global, en los últimos quince años –coincidiendo con el inicio del siglo XXI–, el calentamiento del planeta se ha estabilizado. Este fenómeno es lo que se conoce como el hiato del clima. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere ahora que no existe una disminución apreciable en la tasa de calentamiento entre la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del nuevo siglo.
La investigadora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, Davinia Moreno, ha utilizado el método de Resonancia Paramagnética Electrónica para datar por primera vez los 11 niveles del yacimiento de Gran Dolina la Sierra de Atapuerca (Burgos), que abarcan un periodo de un millón de años.
Datos del informe Olas de calor en España desde 1975, elaborado por la Agencia Estatal de Meteorología, apuntan que España ha sufrido 80 olas de calor en los últimos 40 años. La más importante registrada en este período en la Península, Baleares, Ceuta y Melilla se produjo entre julio y agosto de 2003.
Un equipo internacional de científicos ha desarrollado un modelo atmosférico-químico en 3D que demuestra que el Protocolo de Montreal ha llegado a sus objetivos. Este tratado internacional, firmado en 1987 para disminuir el uso de compuestos químicos como los clorofluorocarbonos (CGC), ha evitado que el agujero de la capa de ozono aumente en un 40%.
Una de las consecuencias del cambio climático es la intensificación del ciclo hidrológico, es decir, más sequías y tormentas más intensas y frecuentes, lo que provoca un aumento en la frecuencia de los ciclos de secado y rehumedecido del suelo. Un equipo internacional de investigadores, liderado por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, acaba de publicar un estudio en la revista Global Change Biology en el que se destaca el papel modulador de la deposición de nitrógeno sobre las respuestas de los suelos de bosques templados al cambio climático.
Un equipo internacional de científicos, con participación española, estudian el impacto del cambio climático en los bosques de araucaria, unas coníferas que se encuentran en la Patagonia de Argentina y Chile. Los resultados de los estudios revelan que la regeneración de estos bosques en estos países está comprometida por el cambio climático y otros fenómenos asociados como El Niño.
Los resultados del informe El estado de la Naturaleza en la Unión Europea publicado por la Comisión Europea revelan que el mar Mediterráneo presenta un 62% de hábitats y un 56% de especies marinas en estado desfavorable. El estudio también arroja resultados negativos sobre el estado general de las especies y los hábitats continentales protegidos.