Un potencial colapso del glaciar Thwaites provocaría un aumento de los niveles globales del mar en unos 65 centímetros. Dos estudios publicados en la revista Nature dan a conocer los patrones de deshielo según la topografía de la zona y describen cómo influyen las interacciones entre el hielo y el océano.
El 15 de febrero de 2013 se rompió en pedazos sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk el asteroide más grande que ha golpeado la Tierra en más de un siglo. Unos 3.6oo edificios fueron dañados y unas 1.500 personas resultaron heridas leves. Las agencias espaciales se preparan para el próximo impacto.
Gracias a un modelo informático, un equipo de investigadores liderado por la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur) ha constatado que las capas de hielo de la Antártida y Groenlandia se desintegrarán y fundirán a un ritmo acelerado si no se estabiliza el incremento de temperatura global por debajo de esa cifra.
En Teruel, hace cien millones de años, las plantas con flores ya eran una fuente importante de alimento y alojamiento para los insectos de la región, según hojas fósiles procedentes de un yacimiento en Estercuel. Aquella fue una época clave en la diversificación de las angiospermas y supuso una revolución para los ecosistemas terrestres.
Los datos de la estructura biomineral de estos restos fósiles, recuperados en el yacimiento romano del islote de Lobos, han permitido describir las características de las cáscaras de los huevos de dos especies de estas aves acuáticas en el archipiélago.
En el Paleolítico Medio coexistíamos con neandertales, denisovianos, ‘hobbits’ de la Isla de Flores, Homo erectus, Homo luzonesis y quizás otra especie aún no identificada. Todos estos desaparecieron, pero los genes de algunos perviven en nuestro ADN. La genética ha sido crucial para estos hallazgos. Así lo recoge el libro de Tom Higham, arqueólogo que participó del nuevo trazado del árbol de familia de la humanidad.