Un equipo de investigación, liderado por la Universidad de Granada, ha descubierto que nuestros ancestros alteraron la dinámica entre las águilas perdiceras y sus principales competidoras, las águilas reales. Sin embargo, irónicamente, en la actualidad, la actividad humana pone en peligro la supervivencia futura del águila perdicera.
El estrecho de Gibraltar es un lugar de migración por cielo y mar. Miles de pájaros se reúnen allí para cruzar el océano hacia África. Torres eléctricas y molinos eólicos salpican el paisaje y dificultan su vuelo. Otra amenaza que no se percibe a simple vista, la del calentamiento global, está cambiando las rutas y la vida de estas especies.
La electrocución es la causa de muerte más probable para una águila perdicera (Aquila fasciata), una especie amenazada en Europa. Este es el caso de un ejemplar anillado en 2008 en la montaña de Montserrat, y muerto en 2014 en una zona con alta densidad de líneas eléctricas, en un municipio del Penedès donde se había instalado para criar y se encontraba incubando con su pareja. También sufrió el mismo destino otra águila anillada en las montañas del Vallès en 2013 y encontrada muerta en 2015 a los pies de una torre eléctrica en el Empordà (Girona).
El análisis de los isótopos estables del carbono, el nitrógeno y el azufre en las plumas es una técnica efectiva para reconstruir la dieta del águila perdicera durante el periodo de cría. Así se desprende de un artículo publicado en la revista The Ibis, firmado por investigadores de la Universidad de Barcelona con la colaboración de la Universidad de Exeter (Reino Unido).
Un equipo de científicos de la asociación GOHNIC de las islas Canarias ha concluido en un estudio que la expansión humana podría ser una de las principales causas de la precaria situación en el archipiélago de las águilas pescadoras, que están en peligro de extinción.
Investigadores de la Universidad de Murcia ha estudiado cómo afecta una red de proyectos eólicos a dos tipos de águila. Las instalaciones, 72 parques eólicos que ocupan 128 territorios de águila real y 152 de águila-azor perdicera en el sureste de España, afectan más a la primera especie que a la segunda.
Andalucía es la única comunidad autónoma que aprueba en las medidas empleadas para luchar contra los cebos envenenados. Valencia cierra el ranking y solo tres regiones cuentan con planes específicos contra esta lacra, según el informe La lucha contra el veneno en España. Clasificación por comunidades autónomas, presentado hoy por WWF España.
A diferencia de lo que ocurre en otras cuevas, en la del Águila (Ávila), el desgaste provocado por el turismo es “inapreciable”, a pesar de recibir decenas de miles de visitantes al año. Esta es la principal conclusión de una investigación internacional, liderada por la Universidad de Alcalá (UAH), que ha medido las variaciones térmicas de la cueva.
Águilas imperiales ibéricas (Aquila adalberti) en tendidos eléctricos.
El uso ilegal de veneno representa una amenaza para la biodiversidad. En la última década, unos 7.000 seres vivos han muerto como consecuencia del uso de esta sustancia. Así ha ocurrido con 7 osos pardos, 40 quebrantahuesos, 114 águilas imperiales, 348 alimoches, 168 águilas reales, 638 buitres negros, 2.355 milanos reales y negros, y 2.146 buitres leonados. Son datos que se desprenden del I Encuentro para la Lucha contra el Veneno del Proyecto Life + Veneno.