Un equipo de astrónomos y astrónomas ha identificado la señal de una burbuja caliente de gas orbitando en torno a Sagitario A*, el agujero negro supermasivo de la Vía Láctea. Su órbita es tan grande como la de Mercurio, pero la completa en poco más de una hora, lo que supone moverse a aproximadamente el 30 % de la velocidad de la luz.
Los sistemas binarios donde un agujero negro ‘devora’ a una estrella compañera son bien conocidos en astronomía, pero en la vecina galaxia de la Gran Nube de Magallanes se ha encontrado uno donde el agujero negro no está activo, no emite potentes niveles de rayos X, mientras danza junto a una estrella azul.
La primera imagen histórica del agujero negro del centro de nuestra galaxia no es muy diferente a la de M87* que vimos hace tres años, una coincidencia que ya predecía la relatividad general de Einstein. Ahora el reto de la colaboración científica EHT que las ha captado es grabar una ‘película’ de estas oscuras sombras y su brillante anillo de gas, según han explicado algunos de sus miembros en la sede del CSIC en Madrid.
La red global de radiotelescopios EHT se ha unido para formar uno del tamaño de la Tierra y observar, por primera vez, a Sagitario A*, el agujero negro supermasivo situado en el corazón de la Vía Láctea. En este descubrimiento revolucionario han participado varias instituciones científicas españolas.
Revisando datos del telescopio espacial Hubble, un equipo de astrónomos ha descubierto un objeto único en el lejano universo primigenio. Se trata de un ‘eslabón perdido’ entre las galaxias formadoras de estrellas y objetos cuasiestelares muy luminosos, un precursor de los primeros agujeros negros supermasivos.
En 2020 se anunció el descubrimiento de un agujero negro a tan solo 1000 años luz de distancia, en un sistema estelar binario llamado HR 6819. Ahora se informa de que sus dos estrellas están solas, aunque en una etapa rara y corta donde se produce ‘vampirismo’.
Un avanzado instrumento infrarrojo ha observado que la espesa nube de polvo del centro de la galaxia Messier 77 es lo suficientemente gruesa como para ocultar el agujero negro que está en su interior. El hallazgo confirma el llamado ‘modelo unificado’ de los núcleos galácticos activos predicho hace 30 años.
Con la ayuda del instrumento GRAVITY del Very Large Telescope, se han obtenido las imágenes más profundas y nítidas conseguidas hasta ahora de la región que rodea al agujero negro supermasivo situado en el centro de la Vía Láctea. Al rastrear las estrellas de ese entorno se ha descubierto una nueva.
Un equipo de astrónomos ha localizado en la constelación de Acuario el par de agujeros negros supermasivos más próximo a la Tierra jamás observado. Se sitúa a unos 89 millones de años luz, cuando el récord anterior estaba en 470 millones.
Más allá de la Vía Láctea se han detectado agujeros negros mediante ondas gravitacionales o por sus emisiones de rayos X, pero ahora un equipo de astrónomos lo ha logrado observando cómo afecta al movimiento de una estrella vecina. Así se ha encontrado uno que estaba oculto en un cúmulo estelar de la Gran Nube de Magallanes.