La revista Science publica esta semana dos artículos científicos sobre la evolución de las ballenas. En el primero, los científicos detallan que hace más de 65 millones de años grandes peces ocuparon su nicho en el ecosistema durante más de 100 millones de años antes de la aparición de las ballenas actuales. En otro estudio, los investigadores explican cómo las ballenas estuvieron relacionadas con algunos de los organismos marinos más pequeños del planeta hace más de 30 millones de años.
Reconstrucción de Bonnerichthys que vivió hace 70 millones de años en el mar que entonces cubria Kansas (EE UU).
Investigadores estadounidenses han descubierto en un nuevo artículo que se publica hoy en Current Biology que tanto ballenas como murciélagos comparten la habilidad de emitir pulsaciones de sonido e interpretar los ecos que les rebotan para perseguir a sus presas. Hasta ahora, los científicos pensaban que los mecanismos eran diferentes porque estos animales lo utilizaban en diferentes entornos. Ahora, les une un mecanismo molecular.
Ballena jorobada (Megaptera novaeangliae).
La Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM) ha realizado los primeros avistamientos de rorcuales comunes (Balaenoptera physalus) de la temporada a pocas millas de las costa catalana. Empiezan así las migraciones de esta especie de ballena hacia el mar de Liguria, al noroeste del Mediterráneo. A su paso por aguas españolas, los cetáceos deben protegerse y respetarse, confirman desde el CRAM.
Detectan los primeros rorcuales de la temporada en la costa catalana
Detectan los primeros rorcuales de la temporada en la costa catalana
Según un artículo que apareció en la revista británica New Scientist el pasado mes de diciembre, la menopausia es un fenómeno que sólo afecta a las mujeres y a las ballenas asesinas (Orcinus orca). Ahora, otra investigación sostiene que las ballenas asesinas con más éxito de criar a su prole son aquellas con una edad cercana a la menopausia. Las tasas de supervivencia estimadas para las crías nacidas de estas madres eran un 10% superior a las del resto de crías.