Una sencilla prueba neurológica, llamada magnetoencefalografía, ha sido usada por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid para detectar si las pequeñas pérdidas de memoria que sufren las personas a partir de una cierta edad están o no relacionadas con el inicio del deterioro cognitivo. La técnica se usa habitualmente para estudiar la conectividad funcional entre distintas áreas cerebrales.
El ritmo de las ondas cerebrales se ajusta entre los integrantes de una conversación. Esta es la conclusión de un trabajo publicado en la revista Scientific Reports y liderado por el centro de investigación vasco BCBL. Según los científicos, esta sincronía intercerebral puede ser un factor clave para la comprensión del lenguaje y de la comunicación interpersonal.
El lóbulo occipital, la parte cerebral dedicada a la visión, puede alterar su función para dedicarse al procesamiento táctil o auditivo si no le llegan estímulos visuales. Una investigación internacional en la que participa la Universidad Complutense de Madrid ha permitido conocer con más exactitud cómo se reajustan las conexiones entre las distintas áreas cuando uno de los sentidos falla.
Científicos de la Universidad Pompeu Fabra han descrito los efectos que tienen los atracones de alcohol de tipo botellón durante el embarazo en el desarrollo del sistema nervioso. Un episodio de botellón a la semana es suficiente para provocar fallos graves que se prolongan hasta la edad adulta. El alcohol afecta al sistema inmunitario del recién nacido, que ataca a las neuronas provocando daños en el aprendizaje, la memoria y el comportamiento.
Un trabajo realizado en Cataluña subraya la importancia de los mecanismos neuronales en la detección de nutrientes y el control de los niveles de glucosa. Los resultados publicados en Cell Metabolism ayudan a comprender con más detalle la diabetes.
Los topillos de la pradera son roedores monógamos que permanecen con la misma pareja toda su vida. Un equipo internacional de científicos ha analizado las conexiones que se producen en las áreas de recompensa de su cerebro para entender cómo se crea este vínculo.
Una mayor semejanza en una red compuesta por 36 conexiones entre regiones cerebrales sugiere un mayor parecido en una serie de factores psicológicos vinculados al rendimiento cognitivo. Así los demuestra una investigación pionera que se publica en la revista Human Brain Mapping y que ha sido dirigida desde la Universidad Autónoma de Madrid.