Estos días han llegado dos informaciones preocupantes desde el gigante asiático. La primera se refiere al cambio radical en la gestión de la pandemia de la covid y sus consecuencias en plena ola de contagios en el país. La segunda es la salida de la cárcel de He Jiankui, el creador de los primeros bebés modificados genéticamente mediante CRISPR. Ambas noticias son ejemplos de una “mala praxis” que afecta a la investigación científica y a la sociedad en general.
La República Popular China ha anunciado esta semana las primeras medidas de relajación de restricciones frente a la covid-19. Sin embargo, la comunidad internacional muestra ya su preocupación por los aumentos repentinos de casos en el gigante asiático y la falta de transparencia en los datos aportados.
Un equipo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos ha participado en un estudio sobre los restos craneales hallados en el yacimiento chino. Los resultados indican que Asia pudo ser poblada por sucesivas poblaciones de esta especie en el Pleistoceno.
La Administración Nacional del Espacio de China ha anunciado que está desarrollando un sistema para mejorar la capacidad de vigilancia, alerta y gestión de objetos que podrían impactar contra la Tierra. También planea enviar una misión en el año 2025 o 2026 para estudiar un asteroide potencialmente peligroso y actuar contra él.
Un yacimiento paleolítico bien conservado ha revelado la existencia de una cultura única al noreste del gigante asiático. El equipo internacional ha encontrado las primeras pruebas conocidas de procesamiento de ocre en Asia oriental y un conjunto de herramientas de piedra con forma de cuchilla. Los hallazgos han sacado a la luz expresiones y rasgos culturales hasta ahora inéditos en esa zona del mundo.
Radiantes y sabrosos, los lichis eran tan apreciados en la antigüedad que fueron domesticados no solo una vez, sino en dos regiones diferentes de China de forma independiente.