El sincrotrón ALBA, localizado cerca de Barcelona, ha abierto una convocatoria de proyectos prioritaria para investigar la estructura del nuevo coronavirus y sus mecanismos de infección. Las ocho líneas de luz con las que cuenta este centro, inaugurado justo hace ahora 10 años, permiten analizar la materia a escala atómica y molecular.
Es imposible hacer test a una población completa todos los días, pero lo que sí podemos es extrapolar. Un ejemplo lo encontramos en Corea del Sur, donde se hizo un escrutinio no solo a los que tenían síntomas, sino a un conjunto aleatorio de habitantes que representaba a toda la ciudadanía del país. A partir de ahora, España hará algo similar.
La Peste, la novela de Albert Camus, y Contagio, la película de Steven Soderbergh, figuran entre las obras sobre apocalipsis sanitarios más revisitadas en la crisis del coronavirus. Aparte del consuelo que nos brindan sus tranquilizadores desenlaces, ¿qué nos enseñan acerca de las epidemias reales?
El SARS-CoV-2 no ha sido fruto de una manipulación contra las grandes economías gestada en un laboratorio. Los científicos ya han comprobado que se originó por procesos naturales y probablemente se transmitió a las personas desde los murciélagos pasando por diferentes especies. Aún no saben si se convirtió en patógeno para los humanos después de habernos contagiado. Si ese paso sucedió antes, en un animal, la posibilidad de que se produzcan más brotes en el futuro aumentaría.
Las autoridades chinas han dado el visto bueno para que comiencen los ensayos en fase 1, en la que se prueba la seguridad en personas, de una vacuna experimental contra el COVID-19. Mientras, continúa la carrera mundial por desarrollar una solución contra esta epidemia que ha matado a más de 8.000 personas en todo el mundo.
Científicos de EE UU han analizado cuánto permanece el nuevo coronavirus en varios materiales de uso común. En los aerosoles del aire son estables hasta tres horas, cuatro horas en el cobre, un día entero en el cartón y hasta dos o tres días en el plástico y el acero inoxidable.
Lo que empezó como una conversación por WhatsApp entre tres colegas de los ámbitos de la innovación, la biomedicina y la ingeniería, ahora es el foro de Ayuda Innovadora a la Respiración (AIRE). Se acaba de crear para buscar soluciones de código abierto, rápidas y baratas para ventilación en pacientes del coronavirus y ya cuenta con 230 participantes en España.
Las medidas de control para superar la pandemia de COVID-19 afectan a unos y a otros sectores de población de manera radicalmente distinta. En la actual situación, casi distópica, se muestran con más claridad algunos determinantes sociales de la salud.
El Instituto de Salud Carlos III recibirá 25,2 millones de euros y el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC obtendrá 4,5 millones para estudiar el nuevo coronavirus y trabajar en el desarrollo de vacunas.
Esta semana, hospitales de Madrid, Barcelona y País Vasco han empezado dos estudios para tratar a los pacientes más graves por COVID-19 e intentar frenar los contagios con medicamentos que ya existen en el mercado, pero que se utilizan para tratar otras infecciones como el VIH o la malaria.