La misión Proba-V monitorizará la vegetación a escala global. / ESA
La industria española lidera la misión Proba-3, la primera en el mundo sobre vuelo preciso en formación en el espacio. El objetivo de este proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) es demostrar que dos satélites se pueden mover como si fueran uno solo con una precisión submilimétrica. Con esta configuración se podrían crear enormes telescopios espaciales con la lente y el detector separados centenares de metros.
La segunda pareja de satélites Galileo han despegado este viernes para unirse a los dos que ya orbitan desde el año pasado. El cuarteto permitirá chequear el funcionamiento de este sistema de navegación europeo, así como sus aplicaciones de búsqueda y salvamento.
Imagen satelital del área del desierto libio en la que se observan fortificaciones rotuladas en negro, zonas de viviendas en rojo y oasis y jardines en verde.
Más de 150 expertos de todo el mundo se reúnen en Madrid desde hoy hasta el 9 de junio en la primera conferencia European Space Surveillance (ESS2011) para tratar el problema de la basura espacial, la seguridad de los satélites y la vigilancia espacial. El encuentro, organizado por la Agencia Espacial Europea (ESA), se celebra en la sede del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).
Un equipo de investigadores del Real Instituto y Observatorio de la Armada (ROA), en Cádiz, ha desarrollado un método para seguir el movimiento de objetos geoestacionarios basándose en la posición de las estrellas, lo que puede ayudar a monitorizar la basura espacial. La técnica se puede aplicar con pequeños telescopios y desde lugares poco oscuros.
Las estrellas ayudan a rastrear basura espacial
El volcán islandés Grímsvötn amenaza con causar un nuevo caos aéreo en los cielos europeos, como ya hiciera su 'compatriota' Eyjafjallajökull el año pasado. Los satélites no dejan de monitorizar la evolución de la nube de cenizas para que los centros de vigilancia puedan evaluar su impacto sobre la aviación civil.
El volcán islandés Grímsvötn amenaza con causar un nuevo caos aéreo en los cielos europeos, como ya hiciera su 'compatriota' Eyjafjallajökull el año pasado. Los satélites no dejan de monitorizar la evolución de la nube de cenizas para que los centros de vigilancia puedan evaluar su impacto sobre la aviación civil.