La población de abedules ha aumentado en tierras de cultivo abandonadas y pastizales.
Su clara y delicada madera se utiliza para fabricar las muñecas Matrioshkas, pero éste es sólo uno de los múltiples usos del abedul. Presente en áreas deforestadas o abandonadas, esta especie rara y escasa, ha acompañado al ser humano durante siglos. Y lo seguirá haciendo si los incendios y el cambio climático se lo permiten.
Uno de los problemas que han surgido con las repoblaciones de bosques es que muchas veces no se escogían las especies de frondosas ideales para cada terreno a repoblar. La consecuencia, que dichos árboles no se desarrollaban como en un principio se esperaba, produciéndose incluso el abandono de los cuidados lo que propiciaba, y propicia todavía, grandes perjuicios como los incendios forestales.