Investigadores de la Universidad de Stanford (EE UU) han desarrollado una herramienta revolucionaria y no invasiva para predecir con rapidez la salud futura de los bebés prematuros. Este hallazgo, publicado en la revista Science Translational Medicine, podría orientar mejor la intervención médica especializada y reducir los costes de atención de salud.
La tasa de niños prematuros se mantiene, e incluso aumenta, a lo largo de los años. Esto acarrea posibles secuelas neurológicas, sensoriales, respiratorias, de inteligencia o de psicomotricidad al pequeño, tanto a corto como a medio plazo. Estas secuelas también conciernen a psiquiatras y psicólogos infantiles, ya que actualmente se sabe que la evolución del bebé prematuro y la aparición o no de problemas depende en gran medida del entorno familiar, sobre todo de cómo interactúa la madre con su hijo en sus primeros meses de vida.
El 25 de julio de 1978 nació la primera bebé probeta, Louise Brown
Las provincias de Salamanca y Zamora participan en un estudio de detección precoz del autismo que ha registrado un caso de autismo por cada 700 niños. Ahora especialistas de la Universidad de Salamanca (USAL) analizan los datos de una encuesta para comprobar la relación entre las alteraciones comunicativas y la aparición del Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Un estudio de María Luisa Martínez Frías, directora del Centro de Investigación Sobre Anomalías Congénitas (CIAC- ISCIII) aconseja que, además de las mujeres, los hombres tomen pequeñas cantidades de ácido fólico y abandonen el consumo del tabaco y el alcohol, al menos, tres meses antes de buscar el embarazo. El objetivo, que las niñas y niños nazcan sanos.
En contra de las costumbres más conservadoras, hacer ejercicio hasta el final del embarazo no tiene ningún efecto perjudicial en el peso y la talla del feto. Así lo indica un estudio realizado por investigadores españoles que muestra, además, la relación positiva del peso de las madres sedentarias antes del embarazo con el tamaño corporal de sus bebés.
Desde sus primeros días, el llanto de los recién nacidos lleva la marca del idioma que hablan los padres. Los hallazgos, publicados hoy en la edición on line de la revista Current Biology, sugieren que los bebés comienzan a recoger los elementos de lo que será su primer idioma en el útero y desde luego, mucho antes de sus primeros balbuceos.
En la imagen, un neonato recibe fototerapia.