En los últimos años, el perfil del jugador patológico ha dejado de ser exclusivo de los hombres de mediana edad para centrarse también en mujeres y adolescentes, siendo sobre todo las primeras quienes muestran diferencias clínicas y de personalidad más marcadas. Un nuevo estudio, liderado por investigadores catalanes, defiende la importancia de identificar estos mecanismos diferenciales para implementar el tratamiento de este trastorno.