Una investigación sobre cotorras invasoras en España demuestra que las relaciones sociales influyen en la cantidad de chillidos y graznidos que estas aves son capaces de emitir. Los resultados muestran cómo la sociabilidad en animales podría haber impulsado formas de comunicación complejas.
Dos ejemplares de cotorra argentina (Myiopsitta monachus) en Madrid. / Wikipedia
Las cotorras que han invadido Europa y América del Norte durante los últimos 40 a 50 años, creando nidos masivos en muchas áreas urbanas, parecen tener su origen en una misma área geográfica pequeña de América del Sur. Además, todas las poblaciones invasoras son genéticamente iguales y se caracterizan por presentar un haplotipo dominante relativamente raro en la población fuente. Esta es la conclusión de un estudio internacional con la participación de científicos españoles.