Una investigación, en la que ha participado la Universidad de Córdoba, ha descrito cómo la posible alteración en la flora intestinal se relaciona directamente con el desarrollo de la esclerosis múltiple recurrente-remitente. Para ello, han utilizado dos biomarcadores indicadores de cambios en la microbiota, que han servido para trazar el proceso en el que la alteración en la barrera intestinal desencadena el proceso inflamatorio que afectará al sistema nervioso y provocará el daño neurológico.