Cuando una estrella como nuestro Sol llega al final de su vida, puede engullir los planetas y asteroides que nacieron con ella. Ahora, por primera vez, se ha encontrado una firma única de ese proceso: una concentración de metales guiada magnéticamente hacia la superficie de la enana blanca WD 0816-310.
Las ondas de radio emitidas, las más largas jamás detectadas, apuntan a que podría tratarse de un magnetar o de una estrella enana blanca. El estudio ha sido realizado por un equipo internacional en el que han participado investigadores del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC.
Las enanas blancas, estrellas muertas remanentes, pueden volver a la vida en forma de gran explosión termonuclear y de rayos X, apareciendo luego, durante tan solo unas horas, una ‘nueva’ estrella en el cielo: una nova. El observatorio alemán de rayos X eROSITA ha podido observar por primera vez el inicio del fenómeno.
Los astrónomos han observado por primera vez explosiones localizadas, que duran solo unas horas, en enanas blancas con fuertes campos magnéticos. Estas roban hidrógeno a una estrella compañera, un combustible que se acumula y fusiona en los polos magnéticos de la enana.
Los telescopios MAGIC, localizados en La Palma, han registrado rayos gamma de muy alta energía procedentes de una nova, una explosión estelar transitoria por la acumulación del material que ‘roba’ una enana blanca a otra estrella compañera. Varios centros de investigación españoles participan en el hallazgo.
Astrónomos británicos han captado por primera vez el momento en que escombros de planetas destruidos chocan con la que una vez fue su estrella anfitriona. Esta detección proporciona la primera evidencia directa de que las enanas blancas pueden acumular material rocoso de viejos sistemas planetarios.
El satélite TESS de la NASA ha observado disminuciones de tan solo 30 minutos en la luminosidad de una enana blanca mientras se ‘alimentaba’ de otra compañera, cuando lo habitual es que este fenómeno dure varios días o incluso meses. La detección se ha realizado en el sistema binario TW Pictoris, a unos 1.400 años luz de la Tierra.
Un equipo internacional de astrofísicos ha descubierto en la Vía Láctea un planeta gigante gaseoso de la masa de Júpiter que orbita una enana blanca. El descubrimiento demuestra que este tipo de astros pueden sobrevivir a la eventual muerte de su estrella.
En el siglo XII astrónomos chinos y japoneses observaron una explosión estelar en el cielo que se mantuvo durante seis meses. Ahora investigadores de la Universidad de Hong Kong, el Instituto de Astrofísica de Andalucía y otros centros han localizado su remanente y sugieren que fue fruto de la interacción de un sistema binario de estrellas.
Con los datos del satélite TESS de la NASA, el telescopio espacial Spitzer y el Gran Telescopio Canarias (GTC), un equipo internacional de astrónomos ha detectado el que podría ser el primer planeta intacto localizado en órbita en torno a una estrella que fue como el Sol, pero que ahora es más pequeña que el exoplaneta. El Instituto de Astrofísica de Canarias participa en el descubrimiento.