Un nuevo estudio revela una forma de 'engañar' a las bacterias responsables de enfermedades como la tuberculosis y la úlcera gástrica y duodenal que consiste en evitar el normal funcionamiento de una de las enzimas que necesitan para sobrevivir. Este método impide la producción de nutrientes esenciales para la vida de la bacteria, que finalmente 'muere de hambre'.