Un proyecto liderado por el CSIC analiza el aumento de las temperaturas en el mar. Los hallazgos indican que este fenómeno modifica la composición del fitoplancton e interfiere en la circulación oceánica.
La biogeoquímica Rosalind Rickaby estudia las interacciones que se dan en el océano entre biología, geología y química, así como las adaptaciones de los organismos prehistóricos a los cambios climáticos del pasado. En la actualidad, uno de sus retos profesionales consiste en conseguir que se incremente la capacidad de captura de CO2 atmosférico del océano.
Los efectos del calentamiento del mar Mediterráneo en las comunidades planctónicas se verán agravados por la acidificación oceánica, según un estudio liderado por el del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) ha presentado un nuevo modelo para predecir las concentraciones de isopreno en el océano Antártico, que se basa únicamente en datos de satélite.
Científicos del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía y de la Universidad de Cádiz han captado por primera vez mediante imágenes satelitales de alta resolución las áreas del estrecho de Gibraltar donde hay clorofila, fitoplancton y otros microorganismos que sirven de alimento a las especies de la zona. La concentración de estos nutrientes está asociada a las ondas internas que se producen bajo el Estrecho, donde interactúan las aguas del Mediterráneo y el Atlántico.
El rápido calentamiento de los océanos y la acidificación oceánica afecta negativamente a los cocolitóferos, un grupo muy abundante de de fitoplancton cacificado que desempeña un papel importante en el ciclo biogeoquímico y en la regulación del clima del planeta. El nuevo estudio alerta que, como consecuencia, los procesos de regulación de las concentraciones de carbono en la atmósfera y los océanos también se verán perjudicados.
Al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, el aumento en los niveles de CO2 está haciendo proliferar algunos tipos de microalgas que lo utilizan para crecer más rápidamente. Es el caso de los cocolitóforos, microalgas cubiertas de calcio, que en los últimos 45 años han multiplicado por diez su concentración en el Atlántico Norte. El cambio incontrolado en el jardín oceánico puede repercutir sobre el ciclo del carbono y, en último término, en la industria pesquera.
El calentamiento de la temperatura de los océanos provocará una reducción estimada de las biomasas de fitoplancton y zooplancton de un 6% y un 11%, respectivamente, para finales de este siglo. La menor cantidad de estos dos componentes principales de la red trófica marina podría reducir la biomasa de los peces en ciertas regiones. Estas son algunas de las principales conclusiones de una investigación liderada por por AZTI-Tecnalia en el marco del proyecto europeo MEECE y que recientemente ha sido publicada en la revista Global Change Biology.
Un estudio realizado por el CSIC y la Universidad de Vigo ha analizado 500 litros de agua de mar distribuidos en 290 muestras y ha identificado más de 300 especies de fitoplancton. Estos datos explican, en parte, la elevada productividad de la ría de Vigo.
La capacidad de los humedales para hacer frente a las perturbaciones es diferente en la fase seca y en la fase húmeda, según revela un estudio del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) en el Parque Nacional Las Tablas de Daimiel.