Investigadores de la Universidad Pompeu Fabra han diseñado nuevas estrategias de modificación de organismos que ayudarán a contrarrestar el impacto de los humanos sobre la Tierra. Los autores de este trabajo han estudiado la situación de los ecosistemas semidesérticos, donde el aumento de temperatura provocará una transición brusca hacia el estado desértico
Expertos de todo el continente recomiendan la fundación de un comité europeo que revise y evalúe los usos de las nuevas herramientas genéticas. Las nuevas técnicas son baratas, fáciles, rápidas y han ampliado enormemente el abanico de posibles aplicaciones. Además, están moviendo millones de euros. Los investigadores consideran que es el momento de iniciar un debate sobre las implicaciones éticas y sociales de estas herramientas para posteriormente legislar su uso y aplicabilidad.
Científicos de EE UU han demostrado la seguridad y eficacia de una nueva vacuna contra la malaria en un estudio clínico de fase 1 con humanos. La vacuna, denominada GAP3KO, utiliza parásitos de Plasmodium falciparum genéticamente atenuados a los que se eliminan tres genes específicos que se requieren para producir la infección y causar la enfermedad.
El Laboratorio de Sistemas Complejos de la Universidad Pompeu Fabra ha desarrollado y validado experimentalmente un modelo matemático que predice la carga extra de trabajo que supone la expresión genética de un gen cuando es introducido en un organismo. Sorprendentemente, la fórmula matemática obtenida es equivalente a la ley de Ohm que determina el voltaje de un circuito eléctrico.
Científicos estadounidenses han conseguido que una levadura produzca dos compuestos opiáceos a partir del azúcar, gracias a la introducción de hasta 23 fragmentos de ADN modificado de plantas, bacterias y ratas. El método abre nuevas alternativas para la elaboración de medicinas que hasta ahora solo se podían obtener de las plantas.
Un trabajo liderado por el CSIC describe el mecanismo de regulación en un plásmido conjugativo de la bacteria Gram-positiva Bacillus subtilis. El descubrimiento constituye la base para el desarrollo de herramientas genéticas que modifiquen estos organismos con implicaciones en procesos clínicos e industriales.
La administración de células madre mesenquimales modificadas genéticamente regenera el tejido pulmonar y detiene el proceso inflamatorio en ratones con lesión pulmonar aguda. Los resultados del estudio se han publicado recientemente en el 'American Journal of Respiratory Cell and Molecular Biology'.
La percepción que tienen los ciudadanos sobre la ciencia es positiva, según los nuevos datos de la Fundación BBVA. La sociedad cree que la investigación es “el motor del progreso” y tiene una percepción positiva en los ámbitos de biomedicina, energías renovables y tecnologías de la información. En cambio, la energía nuclear, la clonación de animales y los transgénicos suscitan reservas entre los encuestados.
El conocimiento del genoma de las plantas está permitiendo que los científicos identifiquen las funciones de cada uno de sus genes y puedan trabajar con ellos para lograr mejores resultados en algunos cultivos, protegiéndolos de agresiones externas, lo cual mejora su productividad, o añadiéndoles propiedades nutritivas. Un buen ejemplo es el trabajo que desarrollan algunos científicos del Centro Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (Ciale), de la Universidad de Salamanca. El equipo, dirigido por Óscar Lorenzo, investiga cómo hacer resistentes las plantas a los estreses abióticos, es decir, la sequía, la salinidad, el frío o las altas temperaturas, todas aquellas agresiones que no están causadas por otros organismos vivos.
Bajo los zapatos florecen microorganismos que son el origen de nuevos compuestos contra el cáncer. Los actinomicetos, un tipo de bacterias que viven en el suelo, concentran buena parte del trabajo del grupo de investigación de la Universidad de Oviedo que dirigen José Antonio Salas, catedrático de Microbiología y Carmen Méndez, profesora titular de la misma materia. Estas bacterias producen varios tipos de compuestos antitumorales que los investigadores modifican con un doble objetivo: obtener efectos más potentes contra las células cancerosas y reducir al máximo sus posibles efectos secundarios. Aunque aún quedan años de trabajo hasta su posible aplicación en humanos, los primeros ensayos arrojan interesantes resultados.