Un estudio de científicos canadienses ha revelado que los inuits de Nunavik, en Quebec, poseen un genoma único en el mundo, con variaciones que les han permitido adaptarse al frío extremo del Ártico. Sin embargo, estas características les hacen más susceptibles a enfermedades cardiovasculares y aneurismas cerebrales.
Parafraseando a un político gallego que decía “el país arde y nosotros discutimos de quién son las mangueras”, hoy se plantea la pregunta: ¿de quién es el Ártico? Ocho estados se dividen la soberanía de la cuenca ártica, un área de explotación de petróleo, gas y minerales. Los pueblos indígenas, castigados por las enfermedades y la violencia social, reclaman su gobernanza en la región del planeta más devastada por el cambio climático.
Si comiéramos cada día carne y grasas poliinsaturadas seguramente tendríamos problemas cardiovasculares. Sin embargo, los nativos groenlandeses, conocidos como inuit y que incluyen en su dieta altos niveles de ácidos grasos omega 3, sí pueden permitírselo. Un nuevo estudio demuestra que estas poblaciones presentan mutaciones genéticas únicas que las protegen del consumo excesivo de grasa.
La Universidad de Cambridge (Reino Unido) ha estudiado el genoma de los esquimales de Siberia e inuits de Canadá. Los científicos han hallado que una variante genética, que les sirvió en el pasado a sobrevivir a las bajas temperaturas, hoy en día les hace proclives a padecer hipoglucemia y aumenta la mortalidad infantil.
Inuit canadiense moderno en su entorno. / Carsten Egevang.
Inuit moderno en Canadá. / Jette Bang Photos, Arktisk Institut.
Inuits canadienses en sus embarcaciones tradicionales (umiak), utilizados para la caza y el transporte. / Jette Bang Photos/Arktisk Institut.
Hasta la fecha, los orígenes de la población de esta región, dura y glacial, era difícil de aclarar. / Carsten Egevang.
Establecieron que los primeros habitantes podrían haber llegado hace 6.000 años, por el estrecho de Bering desde Siberia. / Carsten Egevang.