El vínculo entre la obesidad y otras patologías podría deberse a un tipo de mutación genética. Así concluye un estudio, liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona, que muestra cómo variaciones habituales en la población son más frecuentes en personas obesas con al menos una de estas enfermedades relacionadas.
Comer alimentos poco adecuados y la falta de actividad física durante la cuarentena ha tenido consecuencias en el estado metabólico que van más allá de lo estético: la obesidad es un factor de riesgo para la COVID-19, su prevalencia aumenta en personas con un nivel socioeconómico más bajo y afecta especialmente al desarrollo infantil. Ahora toca mitigar estos efectos colaterales de la pandemia.
Un estudio realizado en España concluye que, cuando la dieta es saludable, la presencia de obesidad no aumenta el riesgo de diabetes. Este hallazgo podría cambiar la estrategia dietética en pacientes prediabéticos hacia enfoques centrados en una alimentación más sana, en lugar de en la pérdida de peso.
Esta semana, la revista Nature Medicine ha publicado un texto de consenso para acabar con la discriminación de las personas obesas. El informe apela a los profesionales de salud, autoridades sanitarias, medios de comunicación y sociedad para crear una nueva narrativa sobre esta enfermedad.
Un equipo de investigadores liderados por la Universitat Pompeu Fabra ha descubierto la implicación de determinadas áreas corticales en el cerebro en la pérdida de control de la ingesta de comida. El estudio se ha realizado en ratones.
El ‘eating jet lag’ o irregularidad en los horarios de las comidas durante los fines de semana está asociado a un mayor índice de masa corporal, indicador de un peso saludable. Los resultados muestran que el mayor efecto sobre este marcador se produce a partir de 3,5 horas de diferencia horaria con respecto al resto de días de la semana.
Un estudio observacional de la Universidad de Harvard concluye que adoptar una dieta sana, hacer ejercicio con regularidad y evitar el sobrepeso, el alcohol y el tabaco en la edad madura se asocia con una reducción de enfermedades graves como el cáncer, las dolencias cardiovasculares y la diabetes en etapas posteriores de la vida.
Científicos españoles han descrito cómo un compuesto salival interviene en el incremento de apetito y lo proponen como diana para futuros tratamientos contra la obesidad. Además, los expertos han confirmado que la exposición visual de comida hace que aumente la necesidad de comer en jóvenes obesos y lo relacionan con un bajo nivel de este constituyente de la saliva.
María Butí, jefa clínica del Servicio de Hepatología y Medicina Interna del Hospital Universitario Vall d'Hebron, es una de las científicas más citadas del mundo. Está especializada en la enfermedad hepática grasa no alcohólica, la dolencia de salud de más rápido crecimiento en Europa, que celebra su cumbre europea en Sevilla.
Un nuevo estudio identifica el jogging y otras cinco actividades como los mejores ejercicios para controlar la obesidad. El trabajo, realizado con 18.000 personas, ha evaluado varios indicadores que influyen en la subida de peso que hasta ahora no se habían analizado.