Hace un siglo Einstein predijo la existencia de ondas gravitacionales, ondulaciones en el espacio-tiempo producidas por cuerpos muy masivos acelerados, como agujeros negros, supernovas y estrellas de neutrones. Los científicos llevan más de 50 años tratando de detectarlas, y ahora el observatorio LIGO de EE UU lo podría haber conseguido. Así lo sugieren los últimos tuits del físico teórico Lawrance M. Krauss, aunque los responsables del experimento insisten en que, de momento, se trata solo de un rumor.
Con un día de retraso por un problema técnico con el lanzador Vega, esta mañana la Agencia Espacial Europea ha lanzado la misión LISA Pathfinder desde el Puerto Espacial Europeo en Kourou, en la Guayana Francesa. Comienza así este proyecto para probar las tecnologías que, en el futuro, permitirán detectar las misteriosas ondas gravitatorias en el espacio.
Esta semana se lanza la misión LISA Pathfinder de la Agencia Espacial Europea, cuyo objetivo es probar las tecnologías que se usarán en el futuro para detectar ondas gravitatorias, unas ondulaciones del espacio-tiempo predichas por la teoría de la relatividad de Einstein. El Instituto de Ciencias del Espacio y otros centros de investigación y empresas españoles participan en el proyecto. El despegue estaba previsto para este miércoles, pero se va a retrasar por problemas técnicos con el lanzador Vega.
El grupo de Relatividad y Gravitación de la Universidad de las Illes Balears es el único grupo de España que participa en el observatorio internacional Advanced-LIGO, en EE UU, con el objetivo de detectar por primera vez este fenómeno que la teoría de la relatividad general de Einstein anunció hace justo cien años.
Vista del campo BICEP2 y alrededores captados por el satélite Planck. / ESA
El anuncio científico más espectacular del año acaba de recibir el revés más temido. En marzo el equipo de EE UU de BICEP2 dijo que había detectado las ondas gravitacionales de los ecos del Big Bang, afirmación que fue enseguida puesta en duda por la comunidad científica. Ahora, los últimos datos de la misión europea Planck indican que las estimaciones de los físicos estadounidenses no tuvieron suficientemente en cuenta el polvo galáctico.
Cuando Alan Guth (Nueva Jersey, 1947), padre de la teoría de la inflación cósmica, tuvo su momento 'eureka', anotó y recuadró en su libreta las palabras “revelación espectacular”. Fue en 1979. En un par de semanas, su modelo teórico sobre el origen del mundo podría confirmarse definitivamente. Muchos lo consideran candidato al Nobel. A él le parece bien y recuerda que ha ganado otro galardón del que se siente orgulloso: el premio al escritorio más desordenado.
Se confirman los rumores: los científicos de la misión europea Planck van a colaborar con los norteamericanos de BICEP2 para dilucidar si las señales captadas por este radiotelescopio terrestre son realmente ondas gravitacionales procedentes de los primeros ecos del Big Bang o, por el contrario, proceden del polvo galáctico. Según Enrique Martínez, investigador de Planck, “en menos de un mes” su equipo publicará un artículo que aclarará el origen de la señal.
Los científicos de BICEP2, que en marzo anunciaron haber detectado las ondas gravitacionales de los ecos del Big Bang, han publicado sus resultados en la revista Physical Review Letters precedidos por la polémica: en estos meses, la comunidad de físicos ha expresado sus dudas sobre su validez. La propia revista reconoce la posibilidad posibilidad real de que sea fruto de polvo polarizado más que de efectos primordiales.