La Base de Datos de Estructura de Proteínas AlphaFold da a conocer a la comunidad científica más de 350.000 predicciones de estructuras de proteínas, incluido todo el proteoma humano, y promoverá la investigación en muchos campos para comprender el papel de estos componentes básicos de la vida.
Un estudio coordinado por el CSIC muestra que durante la infección disminuye el nivel de la proteína ACE2, a la que se une el virus para entrar en las células. El sistema desarrollado por el equipo permite cuantificar esta proteína. así como sus fragmentos que se producen como consecuencia de la interacción con el SARS-COV-2.
La lucha constante entre los virus y nuestro sistema inmunitario guarda paralelismos con la forma en que interpretamos las palabras. Investigadores del MIT han aplicado herramientas de aprendizaje automático para identificar zonas proteicas que pueden ayudar al coronavirus y otros patógenos a escapar de los anticuerpos y de las vacunas.
Científicos del CNIC han diseñado un modelo animal en el que se puede estudiar el desarrollo del cáncer de hígado causado por los ácidos biliares. Publicado en PNAS, el estudio muestra que la proteína PPARα –al ser bloqueada– reduce drásticamente la incidencia y la progresión de este tipo de tumor, denominado colangiocarcinoma.
Investigadores españoles han descifrado cómo la proteína AMPK, que controla la energía y el metabolismo celular, cambia su papel de supresora a promotora del cáncer. La investigación podría ayudar a la elección de tratamientos que actúan sobre esta proteína y las terapias dirigidas a algunos tipos específicos de tumores.
La revista Nature Genetics publica hoy un estudio sobre la función de la proteína CTCF, que ayuda a dar forma a la estructura tridimensional general del genoma, y resulta fundamental para el desarrollo embrionario, la reparación del ADN y los ciclos celulares, así como para muchos otros procesos vitales.
Científicos del CNIC, en colaboración con un equipo internacional, han desarrollado un nuevo modelo de ratón que permite estudiar cómo las células sienten, interpretan y generan fuerzas mecánicas. El modelo se basa en la inserción en la proteína titina, una de las responsables de la elasticidad del músculo esquelético y cardiaco.
Un equipo internacional de científicos, con participación del CSIC, ha presentado el interactoma humano: el mapa global de las comunicaciones entre las proteínas humanas. El avance ayudará a comprender los procesos que ocurren en las células, diseñar fármacos y entender el desarrollo de enfermedades como la COVID-19.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han demostrado que los insectos comestibles, populares en la actualidad por su potencial fuente de proteínas, podrían ser igualmente interesantes para otras actividades biológicas en nuestro organismo, más allá de su aporte nutricional.