Por fin sabemos de dónde obtienen los agujeros negros sus campos magnéticos: de las estrellas progenitoras que colapsan en estos espacios completamente desprovistos de materia. Para los autores, este hallazgo puede cambiar nuestra percepción de los sistemas estelares y su evolución.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Cataluña y otros centros internacionales han hallado un eslabón perdido en los fenómenos de emisión gamma durante las tormentas eléctricas. Un avión de la NASA ha realizado las observaciones en el Caribe.
La misión Integral de la ESA ha detectado una explosión de rayos gamma procedente de la galaxia M82 y, con la ayuda de otros telescopios espaciales y terrestres, se ha confirmado su origen: el estallido de una joven estrella de neutrones con un campo magnético excepcionalmente intenso.
El microcuásar SS 433 emite un chorro de materia que se hace invisible durante unos 80 años luz, pero en ese punto alguna discontinuidad en el medio produce un choque que dispara sus electrones a altas energías, con potentes destellos. Los ha estudiado una astrofísica española y otros científicos de la colaboración internacional HESS, con datos del observatorio que operan en Namibia.
Un equipo de la Universidad de Valencia ha observado el agujero negro de la galaxia activa PKS1830-211 justo durante el suceso energético de rayos gamma más violento registrado en esa fuente. Los resultados de la investigación confirman las predicciones de los principales modelos.
El colosal estallido de rayos gamma que captó el año pasado el telescopio MAGIC desde Canarias ha ayudado a estudiar si la velocidad de la luz en el vacío es una constante de la naturaleza. De momento ha servido para poner un límite a la hipótesis de que la velocidad de los fotones depende de su energía, como predicen algunos modelos de gravedad cuántica.
En octubre de 2018, durante una tormenta eléctrica sobre el mar de las Molucas (Indonesia), se produjeron simultáneamente dos violentos fenómenos atmosféricos: un estallido de rayos gamma terrestre y un enorme anillo de luz conocido como ‘elfo’. Justo en ese momento pasaba por encima la estación espacial internacional y registró la relación de los dos fenómenos. Los datos se publican ahora en la revista Science.
Un equipo internacional de astrónomos, con participación española, ha hallado evidencias de una kilonova en los datos de un estallido de rayos gamma detectado en agosto de 2016. Se trata de un fenómeno similar a las supernovas que produce grandes cantidades de elementos pesados, como oro y platino. Este evento se asemeja a otra explosión detectada por LIGO en 2017.
El ministro Pedro Duque, el premio nobel de Física Takaaki Kajita y otras autoridades han inaugurado este mes en la isla canaria de La Palma el telescopio LST-1, la primera pieza de los cuatro de gran tamaño que operarán desde el hemisferio norte dentro de la red Cherenkov Telescope Array (CTA). Su objetivo es estudiar el universo en el rango de los rayos gamma de muy alta energía.
Gracias a ciudadanos que han cedido la potencia de sus ordenadores personales para realizar cálculos astronómicos, se han descubierto dos nuevas estrellas de neutrones que no eran visibles hasta ahora.