El Premio Nobel de Medicina ha recaído en el japonés Yoshinori Oshumi por sus descubrimientos sobre los mecanismos de autofagia, que permiten a nuestras células devorar partes de sí mismas. Así eliminan bacterias y virus, obtienen combustible y degradan material dañado por el envejecimiento. Este proceso, que se relaciona con enfermedades como el párkinson y el cáncer, es la diana a la que apuntan nuevos fármacos en desarrollo.