Un grupo de científicos, con participación del CSIC, revela una reducción del 50 % del ruido sísmico generado por la actividad humana como consecuencia de las medidas de confinamiento. En el estudio, publicado ahora en la revista Science, se recopilan datos de más de 300 estaciones de registro de todo el planeta.
Un equipo de sismólogos ha analizado las señales sísmicas generadas por los toques de campanas utilizados para marcar las horas en iglesias de Grecia, Francia, Italia y España. Los resultados muestran diferencias entre los campanarios, como por ejemplo, que en Grecia no suenan las campanas después de comer o que en Italia se registran unas 768 campanadas al día.
Las ciudades han enmudecido y con ellas prácticamente toda actividad humana por la pandemia de COVID-19. Sin tráfico, fábricas, trenes, conciertos ni multitudinarios espectáculos deportivos, solo queda el ruido que emiten las entrañas del planeta. Así los revelan los aparatos instalados en toda la geografía española para medir los terremotos que se producen bajo nuestros pies.