Después de décadas de debate, un estudio internacional desvela que estas explosiones proceden de un sistema doble de estrellas formado por una enana blanca y otra similar a nuestro Sol. Estos estallidos se emplean para medir distancias en el universo.
Investigadores del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) han descubierto que miles de objetos astronómicos detectados en placas fotográficas de los años 50 no aparecen en observaciones recientes. Defectos en las antiguas imágenes, disminución del brillo en algunas estrellas, cambios de posición o procesos astrofísicos desconocidos son algunas posibles explicaciones. Se descartan otras opciones, como una ocultación por parte de avanzadas civilizaciones extraterrestres.
Cada siglo ocurren en nuestra galaxia tan solo tres o cuatro supernovas, eventos superenergéticos en los que se disparan neutrinos a la velocidad de la luz. En el detector Super-Kamiokande de Japón se ha instalado un sistema informático para vigilar en tiempo real y avisar a la comunidad científica de la llegada de estas misteriosas partículas, que pueden ofrecer información crucial sobre el colapso de las estrellas y la formación de agujeros negros.
Científicos del Instituto de Física Corpuscular de Valencia, utilizando los potentes haces de núcleos radiactivos de un laboratorio alemán, han conseguido medir por primera vez la llamada 'emisión retardada de neutrones de la desintegración beta' en los núcleos atómicos más pesados analizados hasta ahora. Se trata de reacciones clave para comprender la estructura y el origen de los elementos más pesados del universo, que se supone surgieron durante las explosiones estelares.
Hace 1,5 millones de años se produjo una supernova a unos 96 pársecs de distancia en la constelación de Libra, y unos 800.000 años antes lo hizo otra a 91 pársecs en la del Lobo. Su huella en forma de hierro detectado en las profundidades del océano Pacífico, junto con los datos del satélite Hipparcos, confirman ahora que estas explosiones estelares son las más recientes y cercanas a nosotros.
Ilustración de la supernova superluminosa ASASSN-15lh vista desde un exoplaneta situado a unos 10.000 años luz de distancia en su galaxia anfitriona. / Beijing Planetarium/Jin Ma
El modelo del CSIC se basa en los datos sobre emisiones de radiación de alta energía del satélite Fermi de la NASA. / CSIC
La estrella US 780 viaja a unos 1.200 kilómetros por segundo por nuestra galaxia. Según un estudio internacional su origen está en un sistema binario, desde donde su compañera la expulsó a gran velocidad cuando estalló como supernova. El fenómeno ya lo habían predicho investigadores españoles hace unos años.
Las supernovas o explosiones de estrellas que emiten rayos gamma expulsan más cantidades de niquel que el resto. Es una de las conclusiones del estudio simultaneo de tres fenómenos de este tipo analizados por un equipo internacional de científicos, con participación de la Universidad del País Vasco y el CSIC.